viernes, 8 de julio de 2011

No estaba muerto, que estaba de parranda...

Pues eso, que sigo viva señores, aunque últimamente ande un poco desaparecida de la "blogosfera". El tema es que ahora me va a tocar hacer una recopilación "winzip" y no sé muy bien por dónde empezar... vayamos por partes. 
El evento mas importante tras la última entradilla fueron las vacaciones de verano, de las que hace ya tres semanas... ¡snif!. Me cogí las dos primeras semanas de junio para bajar a la madre patria e hincharme a jamón del bueno, cañas a menos de dos euros y achuchones de la familia y los amigos.

Mis vacaciones empezaron el 27 de mayo. Como mi vuelo no salía hasta las 17, aproveché la mañana para hacer papeleos en el centro y comprar las últimas cosas necesarias. A eso de las 14 cogí un tren desde Central Station y me fui al aeropuerto.  El Arlanda express es como el AVE pero a la sueca,  hace el trayecto Estocolmo-aeropuerto y viceversa, y sale por unos 25€ el billete de ida. Vale, es caro, pero con lo rápido que va (casi 200 km/h) llegas en 20 minutitos y por dentro es amplio, con asientos cómodos y en general parece bastante nuevo. Así que, he de darle un voto positivo por encima del bus, que es como en cualquier otro sitio, y del taxi, que sale mucho mas caro (por 50€ mas o menos). Si venís a verme y sois varias personas un taxi entonces sale por cuatro perras, pero si va uno solo, pues ya es otra historia. 

El caso es que me planté a eso de las 14h en Arlanda con mi maletita, cuando caigo en la cuenta de que me he hecho un lío con las horas y faltan 3 para mi vuelo, en lugar de 2 como yo pensaba. Se me quedó la misma cara que a Homer cuando dice eso de "D'oh!". Así que me compré una horita de acceso a Internet en uno de esos "cutre-PCs" del aeropuerto y me dediqué al facebook y a leer el periódico mientras me zampaba un bocata que traía de casa. Oye, qué rico estaba el susodicho; descubrí en el Hemköp de debajo de mi casa un pan de focaccia con aceitunas incluidas y está que te mueres muerta. ¡Qué cosa mas buena! con lo "aceituno-adicta" que soy yo...

Cuando ya llegó la hora correspondiente, facturar, control de seguridad, embarque, dos horitas volando con KLM y me planté en Amsterdam. Allí, me encontré con algunos de mis salmantinos y residentes en Salamanca preferidos, conmemorando un congreso internacional al que fuimos y que tuvo lugar allí hará unos 5 ó 6 años. El reencuentro en la ciudad de los canales y los tulipanes fue genial. El viernes noche rehicimos la típica ronda turística por el centro, descubrimos el síndrome de diógenes en algunos dueños de casas-barco y nos hicimos súper fans de Johnny Cash. 
El sábado llegaron las unidades que faltaban y el grupo de las cuatro turistas visitó un pueblo-museo monísimo de la muerte lleno de molinos que se llama Zaanse Schans. La pena, el tiempo tan terrible que nos hizo: entre el nublado, el airazo y la tormenta de última hora solo nos faltó salir volando en un aspa molinera. Pero el sitio merece la pena, además vimos a un señor que fabricaba zuecos en directo y nos metimos en uno gigante. ¡Foto "revival" que no podía faltar!. 
Por la noche, vimos la final de la Champions en uno de los pocos bares del centro de Amsterdam donde no se puede fumar. Alegría de los culés y aburrimiento del único merengue, ¡pobrecito!. Eso sí, aguantó estoicamente hasta el final del partido como un campeón. Yo, primero numantina y luego atlética, tampoco es que me afectara mucho, pero me alegré por los barcelonistas.
Y el finde holandés fue tan divertido que se nos pasó volandooo volandoooo... y de repente, estaba otra vez en un avión de KLM, esta vez rumbo a Madrid. 

Una vez en la capital del reino, A-2 camino Soria y en dos horitas estaba en casa.  Después de un último día en Amsterdam con un solazo impresionante y un pelín de insolación por estar todo el día de paseo llego a la capital numantina y me encuentro con una mínima de 5ºC. Como consecuencia, mi único linfocito se vio desbordado por la situación y me cogí un buen catarro. Era de esperar. Por suerte me pasó en la tierra de los frenadoles y las "drogas duras anticatarrales" sin receta. A ver si aprenden los suecos de cómo se les da caña a los virus, que aquí los antigripales en versión cóctel no es que requieran receta, ¡es que están prohibidos!. Con muchos kleenex encima me tomé las primeras cañas con mis sorianos y me enteré de una noticia estupenda: tendremos nuevo bebé en el grupo a finales de año. ¡Enhorabuena chicos!.

A pesar del moqueo incesante y, ante la presión de los salmantinos que no había visto en Amsterdam, pasé un par de de días en Soria y luego me marqué un viaje "express" a Salamanca: llegué el jueves por la tarde, pasé allí el viernes y el sábado volví. Fue genial la escapada: las cañas, los pinchos, el descubrimiento de ese gran bar (el "bragatanga"), las risas, la "liada" tan grande del viernes y sobre todo ¡vosotros majitos!. Gracias por seguir recibiéndome tan bien (sobre todo a J, "big L" y sus respectivos gatos ¡por adoptarme y dejarme dormir en vuestros hogares!) y no os preocupeis, que ahora vivo a 3000 km y no podré visitaros y liarla parda con mucha frecuencia.
El sábado asistí con "little E" y J a uno de los últimos partidos de liga en segunda división: el Salamanca-Numancia. Fue algo triste, porque el Salamanca ya estaba descendido y la próxima temporada jugará en 2ª B. Espero que los salmantinos vuelvan pronto a la división de plata y poder ver más derbys castellanos entre los rojillos y los blanquinegros. Tras el partido volví a Soria con uno de mis tíos y mas gente que había ido a ver el partido. Tres horas de coche y a las 11 en casa.

El domingo fue de descanso absoluto. Necesitaba pelear con mis virus en exclusiva y encomendarme a San Frenadol de todos los mocos. Esa semana tuve un par de eventos laborales que aquí no vienen a cuento (ya que este blog es enteramente lúdico-festivo), varias tardes de cañas poniéndome al día con mi hermano y mis amigos sorianos, cena y bailoteo el viernes noche y el sábado celebración pre-sanjuanera: el Lavalenguas. Resumiendo mucho, mucho, mucho, es una tarde de merienda en el monte con los amigos o la familia, chiringuitos con música típica mezclada con hits varios, cerveza y calimotxo, sol (si hay suerte) y 12 toros que hacen las delicias de los borrachos y las risas de los que los ven desde fuera. Para los que quieran saber mejor de qué va el tema que pinchen AQUÍ.
El caso es que quedamos como todos los años en el "declerc" para desayunar-almorzar y terminar de comprar el avituallamiento. Hace unos cuantos años que para facilitar la tarea encargamos la comida y así nadie tiene que cocinar, comprar...etc. y evitamos trifulcas innecesarias. Este año al final éramos como 25 personas en la lista, vamos, ¡un montón de gente!. Al final, entre la "chelito" y sus dos horas en el baño y los que fueron apareciendo después, llegamos a Cañada Honda a eso de la 13:30. La hora perfecta para tomar unas cañas, bailar unas sanjuaneras y saludar a los conocidos que había entre la concurrencia. Como siempre en estos días festivos en Valonsadero, el sol pegaba fuerte y acabé con un bonito "moreno obrero" con los hombros socarraos y el resto blanco nuclear.
El día pasó volando entre cañas, chiringuitos y "torrenillos". Lo peor fue despedirme (a alguno solo lo había visto un día y me dio mucha pena penita pena) y el hipermegamaxi-atasco que nos comimos para volver a Soria. Porque se nos ocurre a los 3000 que estamos en el monte volver todos a la vez. Así no hay manera. Gracias al iPod de mi P. estuvimos muy entretenidos con unos temazos de las "Gagas y las Britanis". Una semana me pasé cantando "Juudaaaaas Judaaaaaas Juuudaaas Judaaaaaas"...
Pude tener un pellizquito de fiestas, ya que me he quedado en Estocolmo durante los días grandes. Acaban de terminar ahora los sanjuanes, así que les mando un abrazo y un paracetamol a todos mis sorianos y amigos de los sanjuanes que han estado los cinco días de fiestas a todo tren. Yo creo que es algo en el background genético soriano lo que nos permite aguantar las fiestas de San Juan sin colapsar. Mmmm... esto da para hacer una tesis por lo menos. 

Qué más os cuento, que me he ido de fecha. Estábamos en mi último día de vacaciones. A la mañana siguiente del Lavalenguas me levanté pronto y otra vez carretera a Madrid, avión, escala en Amsterdam, avión, Estocolmo. ¡Se me hicieron taaaaan cortas las vacaciones!. Pero bueno, aproveché los dos festivos suecos que había en esas fechas, lo que significa que me quedan más de dos semanas libres aún, así que habrá unas buenas navidades este año.

Pero no todo fue terrible al volver: la primera semana estuve mas perdida que un pulpo en un garaje pero después volví a coger el ritmo, y, además, al fin de semana siguiente era la celebración del Midsommar. De esta fiesta en España solo sabemos por los anuncios de Ikea. Un poquito mas de información AQUÍ. El caso es que se celebra en el sábado más próximo al día de San Juan, pero la verdadera fiesta es el día anterior por la noche. Ese viernes es festivo, así que se crea un puente muy interesante.  La mayoría de los suecos huyen de la ciudad en este día, vuelven a su pueblo o a cualquier sitio en el campo y se quedan el fin de semana allí. Se celebra con los amigos, entre arenque marinado, patatas con eneldo y chupitos schnapps para acabar todos como Massiel y con una exaltación de la amistad bastante interesante. En los sitios rurales y pueblos pequeños aún se celebra a la forma tradicional: pingando un mayo previamente adornado con un montón de hojas y flores, con las mujeres y los niños haciendo coronas de flores para ponérselas luego y acabar todos bailando alrededor del mayo las canciones populares. Como no habíamos reservado con tiempo algún sitio en el campo estaba todo ocupadísimo y al final nos quedamos en Estocolmo. En la ciudad, el sitio donde aún se hace algo típico y van tooooodos los suecos que no han podido salir, es el museo al aire libre de Skansen.

Así que la tropa española, para no ser menos, allá que se fue. La afluencia de gente era tan bestial que al final optamos por subir andando, porque era prácticamente imposible entrar en el tranvía (eso sin contar la cola que había que hacer previamente). Ya llegando a Djurgården había más gente que en la guerra, y, al llegar a la puerta de Skansen nos encontramos unas colas larguísimas para comprar la entrada. No deja de ser un museo, así que pagas la entrada normal (unos 15€) y luego hacen cosas especiales en fechas señaladas, como esto del Midsommar o el mercadillo navideño. El caso es que la cosa fue rápido y no tuvimos que esperar mucho. Skansen es un sitio muy chulo para visitar en verano, porque se aprovecha mejor. Yo había estado en Navidad y había muchas cosas cerradas. Es lo que tiene estar al aire libre. Es algo así como un museo etnográfico en un parque enorme: han cogido casas, granjas, iglesias.... etc. antiguas (desde 1600 hasta principios del siglo XX), de distintos puntos de Suecia y las han plantado allí. Están decoradas por dentro como en teoría estaban en sus buenos tiempos y hay gente vestida también como hace tres siglos, unos soplando vidrio, otros haciendo tapices... es muy interesante. Además, hay un montón de plantas, muchas en plan jardín con los cartelitos de lo que son y un "mini-zoológico" con animales escandinavos. Muy divertido para biólogos y aficionados a estos temas.
Estuvimos viendo el museo durante todo el día, a la gente bailando alrededor del mayo, los picnics súper divinos a la sueca y las chicas con las coronas de flores en la cabeza. Gracias a R. yo también tuve una estupenda. Parecía una ninfa de los bosques, me faltaba el arpa.
Lo que más se nos quedó en la retina fue ver a 200 paisanos a la vez bailando la canción de la rana alrededor del mayo (explicación AQUÍ). Es algo así como la de los Pajaritos pero a la sueca, os pongo un ejemplo:

Así que luego estuvimos toda la tarde con el kuuuaa ka ka kuaaaa ka ka lalalalalalalaaaaaaaa en la cabeza. Es súper pegadiza, seguro que si hacen una versión española como canción del verano reventaba las listas de éxitos.

A eso de las 8 decidimos que ya era hora de dejar Skansen, así que nos fuimos a tomar una caña a un sitio divino de la muerte, a cenar a Gamla Stan y luego fui a buscar a G., estuve en un concierto de soul en el famoso STAMPEN y vi amanecer (a eso de las 3 a.m.) desde otro concierto esta vez de versiones de clásicos rockeros en el Patricia. Acabamos recenando en el McDonalds y reinventando la teoría de la evolución Darwinista. A frikis no nos gana nadie...

El resto del fin de semana "midsommariense" fue igual de entretenido: entre comer y tomar café fuera y un día de playa (un tanto frustrado por los chaparrones) se nos pasó el puente. Lo único malo de ese fin de semana tan divertido es que mi cuenta bancaria se resintió un poquito con tanta actividad lúdica.

Después, hemos seguido con el verano sueco, el buen tiempo y mas peripecias, pero eso os lo contaré en la próxima entrada para que no os aburrais de leer.

¡Prometo no tardar tanto en actualizar como esta vez!.

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