jueves, 16 de diciembre de 2010

Una semana

¡¡Eso es lo único que me queda para volver a casa por Navidad!!. Ahí estaré, emulando al del anuncio del "Almendro", pero en vez de abrir la puerta y que todo esté decoradito y tranquilo aparecerá mi mega-perro de 40 kg en plan tsunami y probablemente acabe en el suelo. Igualmente, va a ser genial  el recibimiento. Echo mucho de menos a mis perros. Como le suelo decir a mi madre, ¡con ellos no puedo hablar por el skype!. Así que el reencuentro después de dos meses va a ser memorable. 

Volaré el próximo jueves 23 desde el aeropuerto de Skavsta, uno pequeñito (estilo Matacán o el de Badajoz) que está un poco lejos pero es desde el único que vuela RyanAir. Es que en estas fechas Iberia decide que viajar con ellos es de súper lujo y te pone el vuelo de ida y vuelta a precio de oro.  Vamos, que lo de la crisis se la trae al fresco. Como hasta hace poco eran los únicos que tenían vuelos directos a Estocolmo podían hacer lo que les diera la gana. Qué malos son los monopolios... ahora que ha empezado RyanAir a hacerles la competencia espero que se bajen de la parra y vuelvan a poner precios más normales. 

A lo que iba, que el jueves 23 saldré de casa con mi maletita y cogeré el metro un par de paradas hasta la estación central. Después un bus que tarda una hora y media más o menos en llegar al aeropuerto de Skavsta. El problema es que esa carretera suele tener un tráfico terrible y siendo vísperas de navidad y con la cantidad de nieve que hay... espero que no tardemos una barbaridad. Porque claro, tengo que estar con la suficiente antelación como para facturar la maleta y por si surge cualquier problema (que con las limitaciones de peso nunca se sabe). Eso hace ya de momento tres horitas de aventura entre metro-bus-espera. Después, suponiendo que salga puntual (tendré que ponerle una vela a algún santo escandinavo para que todo vaya bien), me esperan 4 horas de vuelo. Así que entre unas cosas y otras, después de 7 u 8 horas llegaré a Barajas a eso de las 10 de la noche. Ese día  mi plan es quedarme a dormir en casa de mi hermano, porque si le sumas a toda la aventura otras 2 horas de coche voy a llegar reventada. 
Así que ese es mi plan de viaje.

Cambiando de tema, hoy hay aquí una tormenta de nieve tremenda. Por la ventana casi no se ve, porque hace un aire terrible.  Y a mí me gusta la nieve pero no la ventisca,  cuando los copitos de nieve se te meten en los ojos o te pinchan como balines. ¿Por qué hoy que me toca tarde de colada tiene que hacer este tiempo? Es de lo más entretenido salir al patio abierto que hay para llegar a la casita de la lavandería. Y volver a entrar cargada de ropa, marcar el código de la puerta confiando en que la ropa interior no acabe sembrada por el portal y llegar al segundo sin novedad. A todo esto si le sumamos una tormenta de nieve... ¡parece una gimkana!. 

Así que hoy me iré pronto para hacer muchas cosas porque con tanta nieve no se puede andar muy rápido...

martes, 7 de diciembre de 2010

Julbord

Como suelo hacer últimamente, voy a hablar de comida. Ayer fue la cena de navidad de mi trabajo, lo que aquí se llama Julbord (literalmente, mesa de navidad). Es la típica comida navideña, que normalmente se hace fuera con la gente del trabajo o los amigos, y en nochebuena es una versión casera de la misma.

Se trata de un buffet con un montón de platos diferentes, donde puedes encontrar el famoso arenque (sill) en conserva de todas las formas posibles: con salsa de mostaza (que para mí es uno de los más ricos), marinado con canela, o con bayas, o con pimienta y zanahoria...  etc., etc., etc. También, cómo no, está el salmón (lax): el ahumado de toda la vida (rökt lax) el ahumado con hierbas, el hecho al horno normal y al horno con hierbas. Siguiendo el consejo de mis compañeros suecos, empezamos por los platos fríos y, en concreto, por el pescado. Así que nos pusimos un platito con todo eso y luego hicimos una segunda ronda. También entre las cosas frías había un montón de quesos, huevo cocido relleno de caviar naranja (no sé de qué pez será...) o de gambas, ensaladilla de remolacha, una parecida a la rusa pero hecha con frutas... y otras cuantas que no recuerdo. Añadamos un montón de carnes curadas o en salazón, salchichón, pastel de marisco y de carne, unas cuantas salsas, pepinillos (gurka) en vinagre y tenemos un resumen de los platos fríos.
En caliente, es típico encontrar las famosas albóndigas (köttbullar), las mini-salchichas, y un plato hecho con patatas cortaditas, nata y anchoas, que se hace al horno y está francamente rico (janssons frestelse creo que es el nombre). También alguna que otra sopa, pollo, costillas, más patatas hechas de formas distintas y alguna otra cosa que no recuerdo.

No os he contado antes, que aquí es muy típico lo del caviar. No sé qué diferencia hay entre las distintas clases, pero es curioso porque lo suelen vender en tubos como los de la pasta de dientes. Entonces aprietas y te lo untas en el pan o te lo echas en plan salsa. A mí no me hace mucha gracia, la verdad, sólo sabe salado. El formato es lo genial, en esos tubos a lo pasta de dientes también encuentras un montón de cremas de queso, mermeladas... etc. ¿Será para no tener que fregar cuchillos de untar?. Tengo que investigar esta afición sueca por los tubos apretujables.

Y, por si alguien todavía tiene hambre después de esta retahíla, ¡faltaban los postres!. En el julbord había una típica tarta de chocolate, avellanas y crema, pero no sé cómo se llama. También tuvimos unos cuantos tipos de mousse en vasitos y tarros con gominolas, mini-chocolatinas y caramelitos. Vamos, cualquier niño habría sido feliz con ese postre, pero no era estrictamente navideño: los dulces realmente típicos de estas fechas son los lussebulle, los bollitos y trenzas de azafrán.  Se comen por Santa Lucía y navidad y, resulta algo exótico,  porque en España le echamos azafrán a la paella y otros platos salados, nunca a algo dulce. Así que ves una magdalena amarillo pollo y te quedas un poco extrañado. Los probé hace unos días y están ricos pero resultas chocantes al paladar español.
Otra cosa más usual y que también está por todas partes: las galletas de genjibre y canela (pepparkakor), que están ricas ricas, sobre todo cuando te las tomas con una copita de glögg, un vino caliente con especias que se toma con pasas y almendras dentro. ¡Qué descubrimiento!. Cuando estás en la calle mucho rato sienta estupendamente uno de estos para entrar en calor. ¡Estos vikingos sí que saben!.

Me estoy acordando de la pepparkaka posiblemente más famosa del mundo mundial: el muñequito de galleta de Shrek!. Era taaaan monoooooooo...

De tanto hablar de comida me ha entrado hambre, así que me voy a comer. A las 12:14, horario sueco.

¡Buen provecho!

lunes, 29 de noviembre de 2010

The darkness

No, no es por el grupo de música, es que ya es de noche en el exterior de nuestros estudios centrales. Podrían ser las 9 tranquilamente, pero aún no son ni las 4. Esto es lo que peor llevo de la vida en tierras tan septentrionales, la falta de luz. A los que venimos del sur de Europa (casi del norte de África, según se mire) se nos hace muy cuesta arriba.
Por la mañana tampoco es que amanezca prontísimo para compensar: hasta las 8 más o menos no sale el sol, así que si te levantas tarde es un rollo. Eso me pasó hace un par de semanas, me levanté a las 12 y en tres horitas era de noche. ¡Daban ganas de volverte a meter en la cama!. Este fin de semana no me he levantado tarde pero he llevado horarios españoles en las comidas, lo cual también se hace más raro que un perro verde: estaba a las 3:30 comiéndome unos macarrones y viendo el telediario online, a la par que se hacía de noche. Así que no sabes si estás comiendo, cenando o qué. 

Ahora entiendo lo de los horarios suyos para comer. Creo que intentan aprovechar la luz del sol al máximo, así que a las 11:30-12 ya están comiendo. Ellos y yo también, que allá donde fueres haz lo que vieres. Los primeros días se te queda cara de póker al ver a la gente comiéndose un potaje a las 12 de la mañana, pero luego te acostumbras. No se hace difícil, porque hambre tienes (es la hora del café en España) así que en vez de zamparte un pincho pues ya comes de verdad.  Siguiendo con las costumbres suecas a las 6 de la tarde estás que te comes una vaca (starving, como dicen los ingleses) y a las 7 te entra la cena como lo más normal del mundo. Lo malo es que no me acuesto más pronto, y a veces antes de irme a la cama me entra hambre otra vez. Es una faena, porque me estoy poniendo de comer como el kiko desde que he venido, seguro que en un mes ya he engordado. 

Hablando de comida, aquí comen mucho en general, y muchos dulces en particular. Existe una cosa maravillosa que es la pausa para el café, lo que sería para nosotros un ratito de desconectar durante el trabajo. Se llama fika, y puedes tener un fika, irte de fika... sirve para todo, lo típico es que sea un "coffee break", pero si quedas por la tarde para una caña y no para cenar, también puede ser un fika. En el trabajo tenemos un fika organizado una vez a la semana. Como aquí se come a las 12, lo hacemos a las 3, que sería la hora sueca de merendar. Cada semana se encarga uno de cocinar o comprar algo dulce, y esta semana me toca a mí. Todavía no sé qué haré. Me apetece traer algo casero, pero sin tener que currar a lo bestia, a ver qué se me ocurre...


Como os contaba 8 líneas más arriba, aquí se comen muchos dulces. Y claro, tanto les gustan que los han perfeccionado, ¡hay unos dulces súpeeeer ricoooos!. Mi preferido, como os conté en otra entrada, es el kanelbulle (bollo de canela), pero también hay tartas tipo "pie" con masa abajo y arriba y dentro manzana, o arándanos...también  es muy típica la de ruibarbo (yo juraría que en España no la he visto en ningún sitio). También hay unas bayas que se llaman lingon berries y son una especie de arándanos rojos originarios de la tundra y el bosque boreal, así que por estos lares nórdicos abundan. Y los usan para hacer un zumo que está muy rico (una especie de agua de color rojo-morado), pasteles... de todo. Es algo así como un primo hermano del arándano. Más cosas curiosas que se comen por aquí... las bolas de chocolate con coco rayado por encima y unas tartas que son como media pelota verde o rosa y al principio me chocaron mucho al verlas. Por dentro llevan bizcocho, nata y merengue, y lo verde o rosa es una capa fina de mazapán de colores. Para mí son demasiado dulces, pero al que sea muy goloso seguro que le encantan. Creo que se llama princess cake. También hay unos bollos y trenzas de bollería que llevan azafrán, pero aún no los he probado. La  masa se queda amarilla, tiene una pinta curiosa. Cuando lo pruebe os cuento.
Ahora lo que abunda son los dulces navideños. Yo pensaba que no me gustaba el jengibre hasta que he probado las galletas navideñas con genjibre y canela, están súper buenas, porque al llevar la canela no pican mucho. Son marrones, finitas, redondas o con forma de estrellitas. Es una de las cosas que llevaré a mi casa por navidades. Hay otras cosas hechas con genjibre, como una especie de pan con el que se hacen casitas tipo la de Hansel y Gretel. También en este surtido navideño encontramos  estrellas de chocolate y mazapán, figuritas de chocolate y otras cositas ricas. Intentaré reservarme para navidades, pero, ¡no sé si voy a ser capaz!.

No sé como he empezado hablando de comida y acabo contando tartas... en fin, esta cabeza mía que tiende a dispersarse.

Os dejo pequeños, ¡que me marcho a ver el barça-Madrid!.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Está que no se sabe lo que va a hacer

Eso es lo que dicen mi madre y mi abuela cuando el tiempo cambia constantemente. Pues en Estocolmo es así todos los santos días. Esta mañana a las 8 había algo de nieve que había caído por la noche. Cuando he salido a la calle caía un xirimiri molesto. Después, a media mañana se ha puesto a nevar. Más tarde ha parado y ha vuelto la lluvia fina. Y cuando hemos salido hace un rato hacía menos frío que antes, milagrosamente. 

Y así todos los días, para desquiciar al personal.

Hay una web ("The weather channel" ¡toma publicidad gratuita!) donde aciertan bastante con el tiempo. En España si lo miras un lunes para toda la semana, puede variar poco la predicción. Aquí lo miras un lunes y te pone que el miércoles llueve y el jueves sale el sol. Lo vuelves a mirar el martes y te pone que va a nevar el miércoles y a hacer niebla el jueves. ¡Es una locura!. Lo peor de todo es que es verdad, que puedes estar por la mañana con una nevada que no veas, se ponga el calabobos este que aburre a una vaca de madera (mi madre dixit) y por la noche ya no queda nieve. O al revés, que llegues a trabajar lloviendo y nublado, y cuando salgas se puedan hacer muñecos como tú de grandes. 
Bueno, aquí la gente no hace muñecos de nieve. Tampoco se tiran bolas. Supongo que hay dos razones: una, que son muy civilizados como para tirarse bolazos (sin haberse tomado antes unas cervezas ni de coña); otra, que como están tan acostumbrados a tenerla durante 5 meses seguidos, pues no les hace gracia. Y supongo que deben flipar cuando nos ven a los "guiris" en plan batalla campal a bolazo limpio. Con lo que nos gustaba cuando éramos pequeños y caía una nevada buena, que los críos hasta hacíamos trincheras para que la guerra de bolas fuese aún más cruenta. Y hacíamos muñecos, y les poníamos una nariz de zanahoria y los ojos y la boca con palos y piñas, ¡a veces hasta bufanda!. He de confesar que como me gusta tanto la nieve, cuando estoy en Soria y cae una nevada maja aún hago alguno de vez en cuando. Hasta que llega mi perra y se pone a escarbar y me lo desmonta. 

Otra cosa curiosa de las nevadas suecas: en vez de echar sal en el suelo para que se derrita la nieve, echan piedrecitas tipo gravilla, son como las que se sueltan de la carretera cuando acaban de asfaltar. La verdad es que funcionan, y al pisarlas no te resbalas. Salvo cuando nieva encima, se quedan dentro las piedritas y se hace hielo. Estilo turrón del duro, pero con piedras y nieve. Entonces no sirven para nada y toca echar otra paletada al suelo.

Aún no he visto el punto álgido de las nevadas en Suecia, que será dentro de un mes o dos y debe ser impresionante. Haré fotos en cuanto caiga una medianamente maja y hayan puesto ya los adornos de navidad. Porque la creencia de que el peor mes de todos es noviembre, aquí es unánime. La gente se deprime, a otros les duelen los huesos con tanta humedad, no hay días de sol (o está lloviendo o nublado o nevando)... vamos, un poquito horror. Pero luego llega diciembre y con las luces y las fiestas hay más movimiento y es diferente. Menos mal que apenas queda una semana de este mes tan "bonito" y pronto os estaré contando de nevadas increíbles, "papás noeles" y niños cantando villancicos impronunciables. 

Pero mientras llega ese momento, voy a ver el parte del tiempo a ver si ha cambiado lo que decían para mañana...

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Descongelar

Eso es lo que por fin puedo hacer rápidamente (entre otras cosas), porque ¡¡ POR FIN TENGO MICROONDAS !!.

Como os conté en otra entrada anterior, mis caseros no tienen televisión. Lo que no os había contado es que tampoco tienen microondas. La televisión no la echo de menos, porque puedo ver casi todos los canales online y los autóctonos como son en sueco y no entiendo nada, pues lo mismo me da que me da lo mismo. 

Pero el microondas ¡lo echaba taaaaanto de menos!. No sabes cuan útil es algo hasta que te falta. Tener que manchar una sartén para hacerte un par de salchichas frankfurt, pringar una cacerola sólo para calentar la sopa que te sobró del mediodía, esperar toda la noche a que un filete que parece un helado de ternera se vuelva comestible... es un auténtico engorro. Además, me pasaba el día fregando los platos, porque para cualquier cosa tenía que manchar un montón. Y con los fríos escandinavos fregar tanto plato no es nada bueno para la piel.
Otra ventaja: es muy cómodo preparar más cantidad de la comida que sea y congelarla en "tupperwares" de una ración para luego descongelarlos cuando quieras. Por ejemplo para llevármelos al curro. Ahora también puedo hacer eso en casa sin tener que esperar una eternidad a que un bloque de lentejas polares vuelva a su ser. 

¿Y cómo ha sido el proceso? He ido hasta el centro en el tren que me trae del trabajo (cargando con el portátil, para más detalles), hasta una cadena de electrodomésticos que se llama Giganten. No sé si en España existe, yo no la conocía. Por el camino ya he visto que había un trecho de por lo menos 200m o más hasta la boca del metro. ¿Y a qué viene todo esto? A que en teoría un microondas se compra fácilmente: tú vas a la tienda, escoges, pagas y te lo llevas. Pero cuando eres pequeñita y el microondas abulta más que tú y pesa como una pierna tuya, no te creas que es tan fácil. Así que cuando he llegado al sitio en cuestión y he visto lo armatoste que era el horno en cuestión, he decidido que, o me buscaba una tienda más cercana a la boca del metro, o me compraba un carrito con ruedas.

He entrado en todas las tiendas cercanas que también vendían televisores, batidoras y demás, pero ninguna era o tan barata o con tanta variedad. Así que opción 1 eliminada. He decidido invocar a Manolo Escobar y buscar "dóndeeee estaaaaará mii carroooooo dóndeee estaráááááá mi caarrooooooo". Creo que la llamada de socorro a lo folclórica ha dado resultado, porque he encontrado al principio de la calle, una franquicia donde sé que los venden (es que hay una igual en mi barrio). A todo esto, eran las 6:40 y la tienda del microondas cerraba a las 7. He salido corriendo a toda prisa con mi nuevo carro, (que es del tipo de los de poner encima 5 ó 6 banastas de naranjas, así que si no lo arrastras pesa lo suyo) y he conseguido llegar a tiempo a la otra tienda. Pero, hete aquí que voy y cargo el microondas (que como era una oferta había un montón puestos en una pila) en mi carro, voy a la caja y resulta que el carrito es de lo más bajo, y tengo que ir como el jorobado de Notre Damm para poder arrastrarlo. Bueno, ¡no hay dolor!, he pensado. Después de preguntar dónde se paga y que el dependiente en cuestión me dijese que en el piso de abajo me he quedado blanca, porque carga tú con el mostrenco y el carrito enano por las escaleras mecánicas sin escoñarte ni arrollar a nadie. Al final, a pesar de ser un poco cenutrio al principio, me lo ha bajado él. Ya abajo yo seguía pensando en tirar de la goma elástica tipo "pulpo" que lleva para poder arrastrarlo y rezar para que no se fuese todo a tomar viento. Menos mal que en la cola para pagar, se me ha encendido la bombilla y he visto que se podía tirar para arriba del asa y se hacía el doble de largo. ¡¡¡ Por Dios qué petarda soy a veces !!. Al menos me he dado cuenta a tiempo, antes de deslomarme tirando del carrito como si me hubiera dado un paralís. Así que, ya en forma de maleta con ruedas, he podido ir hasta la boca del metro sin novedad. He ido hasta una de las grandes, donde sé seguro que hay ascensor, para no hacer más experimentos transportistas.
Así, he llegado finalmente a mi hogar y lo acabo de instalar. Doy fe de que funciona, voy a estrenarlo calentándome la cena, que son las 8:40, ¡es tardísimo para el horario sueco! (y ya voy teniendo gazuza, como decía mi abuelo).

¡Ayyyy lo que avanza la tecnología y lo que se echa de menos cuando no está!. Como para irme a vivir en medio del monte a lo rústico...

viernes, 12 de noviembre de 2010

Abriendo puertas

Como cantaba Gloria Estefan: "y vamooos abriendo pueeertaaas y vamooos cerraaandoo heriidaaaas" en ese disco de villancicos que a mi madre tanto le gustaba. Así estoy yo, abriendo puertas en mi nueva vida sueca. 

Esta semana ha tenido un poco de todo, incluyendo una nevada: el martes por la mañana estaba chispeando y nublado, luego decidió ponerse a nevar a todo meter y estuvo así desde las 10 de la mañana hasta por la noche. Menos mal que me había comprado el fin de semana pasado un plumas nuevo bueno, bonito y barato e iba la mar de abrigadita. Eso sí, las botas normales se acaban calando al cabo de un rato, doy fé. Uno de mis compañeros traía las Converse y tuvo que llegar a casa con los pies finos. Pero el jodío no se ha resfriado... ¡qué envidia!, yo sigo arrastrando al catarro este tan pesadito que ya es de la familia. Aunque parezca increíble, a mí,  siendo soriana y habiendo visto nevadas a tutiplén, me sigue gustando la nieve. Como a todo hijo de vecino en España, cuando cae una nevada te dan ganas de hacer un muñeco, irte a dar un paseo y disfrutar del frío. Pero aquí es tan exagerada la presencia de nieve durante 4 ó 5 meses seguidos, que la gente acaba hasta las narices de la llamada "mierda blanca". No creo que yo acabe odiándola, pero supongo que andar como las muñecas de Famosa y llevar unas botancas enormes durante 5 meses (por muy cómodas que sean) tiene que acabar cansando.

Iba la abajo firmante más feliz que una lombriz pisando nieve cuando salí del trabajo. Me dirigí hacia el centro, donde ese mismo día iba a conocer a la chica gracias a la cual tengo piso. Es una sueca que estuvo trabajando una temporada en Soria y gracias a eso pudimos contactar con ella y pedirle ayuda. Ella preguntó por ahí a ver si alguien alquilaba un piso y esa pista al final fue la opción ganadora. Lo que hizo realmente fue ponerlo en su muro del facebook y entre sus amigos alguien conocía a alguien que  conocía a alguien que tenía un apartamento en alquiler. Si es que el facebook es mágico, a veces lo carga el diablo pero otras dan ganas de ponerle un piso al que lo inventó. Al hilo de este tema, aún no he visto la película esa de la red social, es que aquí el cine está tan "baratito" (unos 10€) como en el centro de Madrid... ¡¡ufffffff!!. 

Vuelvo a la historia que me estoy yendo por los cerros de Úbeda. Quedé con esta chica y resultó ser muy maja. Estuvimos cenando en una cafetería y hablando de todo un poco. Como todos los suecos, habla un inglés perfecto así que la comunicación estaba por ese flanco asegurada. Fue una tarde muy animada, quedamos en vernos otro día y aprendí un par de palabras en sueco. Es un idioma increíblemente difícil de pronunciar, y entre el escribir una palabra y decirla, cualquier parecido es pura coincidencia. De momento he aprendido las palabras típicas: Hej! (hola), Hej do! (adiós), Tack (gracias), varsagöd (de nada) y ürsakta (disculpe). Pero la pronuciación sería algo así como ei! ei doooo!, el tack es el único que se dice tal cual, vaarshogod y uuurshekta (esta última me ha costado un montón retenerla en la cabeza). Así que ya veis el percal, queridos. Voy a apuntarme a clases en algún sitio para probar suerte, digo yo que en dos años alguna palabra más aprenderé.

Siguiendo con mi semana, el miércoles conocí a otra chica con la que había contactado estando aún en España. Es española también y lleva aquí unos meses. Por email me dio muy buenos consejos y tenía ganas de conocerla en persona. Quedamos cerca de mi casa y venía con un grupo de gente bastante grande, todos españoles y muy majos, la verdad. Estuvimos en un bar de un piso altísimo con unas vistas geniales. ¡Tengo que ir de día para hacer fotos!. Lo pasé bien, es un grupillo muy majo y espero verlos más veces. La verdad es que sólo cuando estás entre españoles puedes comportarte con toda la naturalidad que te dé la gana, porque los suecos son tan amables, callados y tranquilos que se asustarían si me ven dando brincos por el trabajo y cantando por Manolo Escobar a pleno pulmón.  Como suele decirme mi hermano en relación con mi afición por la escandalera "¡a ti te van a deportar!".
Por lo que me contaron estos muchachos, es difícil en ese sentido hacer amigos aquí. La gente es muy amable, pero no se implican contigo realmente, no mezclan el trabajo con lo lúdico nunca, todo lo hacen según lo planificado... tienen otra forma de ser. Así que el hacer amigos con los lugareños  tiene su intríngulis (bueno, cuando están sobrios, porque luego se toman dos cervezas y deben sufrir una metamorfosis tremenda, ya os contaré cuando lo vea con estos ojitos). Tengo suerte de que con los dos suecos que trabajo son majos, pero esto no es un trabajo muy "normal": tienes que interaccionar por obligación, enseñarle cosas a otra gente y que ellos te enseñen a ti, así que no es como estar en una oficina todo el día delante de un ordenador sin necesidad de hablar con nadie.

Ayer no hice nada del otro jueves (y eso que era jueves, juas, me ha salido un cutre-chiste). Estuve en el media markt comprándome unos auriculares nuevos porque se me perdió una de las almohadillas y me estaba haciendo polvo la oreja derecha. También entré a comprar algo de comida al súper y encontré algo genial: un montón de variedades de queso en lonchas ¡¡¡SIIIN LACTOOOSAAAAA!!!. Así que ya no echo de menos a Kaiku y su maravilloso invento de "deslactosar" los lácteos. El buen deslactosador que los deslactose buen deslactosador será. ¡A ver quién lo dice más rápido!.
 
Esta tarde he quedado con el grupo de españoles de mi trabajo y podré tomarme unas cañas hablando en cristiano sin que nadie me mire con cara de "¿pero qué dices muchacha?". Lo malo es que no puedo trasnochar demasiado, porque mañana tengo que venir a hacer unas cosas al trabajo, he de estar aquí a las 10 de la mañana. Es lo que tienen las células, no saben que es fin de semana y ¡hay que darles de comer como quien tiene un perro!. Pero son tan monas y se portan tan bien que no puedo protestar mucho. 

Otro ratito os cuento más peripecias, que aún no he hablado de la comida sueca, ni del tiempo que está como una cabra... ¡me quedan batallitas para rato!.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Desde Slussen con amor

Lo sé, lo sé. Dije que iba a escribir casi todos los días y no he cumplido mi palabra. Es que he tenido unos días de locos con la mudanza. El jueves por la tarde vine en un taxi desde Skärholmen (donde estaba mi hotel) cargando con mis dos mega-maletas hasta mi nuevo hogar. Por fin, después de dos semanas, pude deshacer mi equipaje y estirar mi ropa, que se había quedado hecha un higo. Después de desempaquetar fui a hacer la compra y, como suele pasar, se me olvidaron la mitad de las cosas. Así que he tenido que volver casi todos los días con lo que me iba acordando. 

Ahora vivo en el barrio de Slussen (de ahí el título de la entrada), que viene a ser como en Madrid la calle Fuencarral. Vamos, más céntrico y animado imposible. Mi calle es una perpendicular a Götgattan, que está llena de bares, tiendas y gente paseando. ¡Esto ya se parece un poquito más a España!. 

Bajando por Götgattan vamos a dar a Medborgarplatsen, una plaza enorme que en verano se llena de terracitas y gente tomando el fresco. En esta plaza hay un montón de barecitos, pero también un centro comercial que dentro tiene una especie de mercado de abastos con puestos donde te venden desde carne de reno hasta langostas frescas. En otra de las caras de la plaza hay un teatro/gimnasio/piscina cubierta/tojunto donde iré a remojarme cuando aprenda a no resfriarme tanto (de momento me llevo mal con los virus suecos, o igual los trato tan bien que no se quieren ir de mí...).

Si sigo bajando por Götgattan pasando la plaza, en la calle que sale a la izquierda tengo dos supermercados: un Lidl y un ICA, que aquí está por todas partes. Debe ser como el Mercadona sueco. También en la calle principal hay cines, teatros, hoteles... así que cuando vengáis a verme, ¡ya veréis qué bien!. Además, tengo la parada de metro casi al ladito de casa, si me tiro rodando por la cuesta acabo en el tren. Pero casi mejor si no lo compruebo empíricamente...

El piso por dentro es pequeñito pero está muy bien.  En el recibidor, como en todas las casas suecas, hay una pequeña alfombrilla para descalzarse, y todos los zapatos en un ladito para cuando se entra o sale de casa. Cuando entras en una casa sueca SIEMPRE hay que descalzarse, para no manchar y no estropear el suelo. Creo que es de bastante mala educación no hacerlo. Y luego, como es parqué o suelo plástico en todas las casas, puedes ir descalzo y no hace frío. Aquí lo del gres y el terrazo como que no existe. 

En el recibidor está la puerta del baño, que también tiene su intríngulis: aquí las duchas son casi todas con un sumidero en el suelo y el propio suelo plástico es donde te bañas. Así que no hay en ningún sitio platos de ducha, y cuando acabas tienen un chisme como esos de limpiar los cristales con una goma negra para retirar el jabón, pues aquí sirve para retirar el agua del suelo. Así que cuando friegas el suelo del baño friegas también la bañera. Se hace raro al principio, la verdad. Lo cierto es que no se inunda, porque está algo inclinado y el agua acaba yendo al sitio correcto. Ahora entiendo cuando en los anuncios de pisos en alquiler ponían como una de las "comodidades" del piso que tuviera bañera. ¡Es porque casi ninguno tiene!

Luego está la cocina, que es pequeñita y en plan pasillo, después la habitación, que tiene una terraza para salir en verano, y luego el salón, con un sofá gigante (aquí la gente es muy grande) donde quepo yo estirada y me sobra espacio, una mesa de centro súper-Ikea y un escritorio largo. No hay mesa  de comedor. La verdad es que tampoco echo una en falta, porque suelo ponerme en el sofá y ver mientras tanto las noticias online (es que no tengo tele, por lo que os contaba en esta otra entrada).
El salón tiene una chimenea pequeñita, pero está atascada y no puedo encenderla si no quiero asfixiarme. Puedo ponerle unas velitas. 

Es un piso viejo, igual tiene 200 años, pero aquí los remodelan constantemente, así que las tuberías y todo funciona muy bien. Al entrar parece que está el portal ya, pero en realidad es un pasillo que da a un patio abierto donde en verano hay una mesa para hacer pic-nic con los vecinos, el aparcamiento de bicis y la casita de la lavandería. Es como una de estas prefabricadas de madera, y dentro tiene las lavadoras, secadoras y demás. Hoy ha sido el primer día que he hecho la colada, y lo de la secadora es una maravilla. No hace falta planchar nada, porque sale esponjoso para doblarlo (bueno, menos algunos vaqueros que siempre se quedan como si fueran de cartón).  He tenido que poner tres lavadoras, porque entre la ropa sucia (blanca y de color), y las sábanas y toallas nuevas, tenía un vagón de ropa para lavar. 

Y esto es todo por ahora, que ya llevo una parrafada larga, así que otro rato más. Voy a buscar lo que me queda en la secadora y a hacer la cama con mi nueva funda nórdica multicolor del Ikea. ¡Es taaaan monaaaaaaa!

sábado, 30 de octubre de 2010

Un poquito de turismo

Esta mañana por fin he podido dar un paseo largo por el casco histórico de Estocolmo. Tengo la suerte de que la línea de metro de la zona en que estoy llega justito hasta allí: a una pequeña isla llena de callejuelas adoquinadas, iglesias picudas y tiendas de souvenirs. Bienvenidos a Gamla Stan.

Aprovechando que era sábado, me he podido levantar más tarde. Bus, metro, y en seguida estaba en el centro. Como aquí comen tan pronto he hecho un "tojunto" (traducción casera de brunch) y a las 12  me he zampado una ensalada gigante (aparte de la base de lechuga, tomate y pepino podías escoger 5 ingredientes, ¡como en las pizzas!), un té de manzana en una taza enorme (parecía un cuenco de sopa más que una taza) y un kanelbulle, el descubrimiento culinario que más me ha gustado hasta el momento: los bollos de canela. Son como un cruce entre lazo y croissant pero sin relleno de crema, y llevan muuuucha canela y el interior es blandito, con una pasta de azúcar derretido y canela. Están de muerte natural. ¡Ñaaaaaam!
Después del almuerzo he estado consultando una de las múltiples guías de Suecia que me regalaron antes de venir, en particular la que me obsequió mi pequeña gran E. He decidido seguir uno de los recorridos a pie que sugerían y ha sido buena idea. La verdad es que las guías del Lonely Planet son de las mejores: traen menos fotos en color pero más cosas prácticas. Lo cierto es que como estaba ya en la ciudad vieja he hecho la ruta al revés, del final al principio... yo, siempre a contracorriente. 

He de decir llegados a este punto, que orientarse en Estocolmo es francamente difícil, y lo digo yo que normalmente tengo un GPS interno estupendo. Miras hacia alante por una calle y ves agua, hacia atrás y también ves agua, y al otro lado del agua hay edificios en otras islas y más agua, las calles no están paralelas en unas y otras islas obviamente, y ver dónde es el norte y el sur es un lío. La verdad es que cuesta un poco al principio. Cuando estás en una de las islas más grandes es más fácil, porque hay muchas calles y menos agua. 

Volvamos a mi paseo matutino. El almuerzo ha sido en un bar de la calle Stora Nygatan, que está llena de bares, tiendas de artesanía y cosas curiosas. Hacia el final de la calle por el sur, está el pub Stampen, un sitio con muy buena pinta, donde hay música en directo y han tocado leyendas del jazz, ¡hasta Woody Allen!. Cuando venga mi hermano lo tengo que llevar, que le va a encantar. 
De ahí me he cruzado a Vasterlanggatan, que es la calle principal de Gamla Stan. Es como la rúa mayor de Salamanca, para que os hagáis una idea. Está llena de tiendas de souvenirs: camisetas con la bandera sueca, peluches de Pippi calzaslargas y cascos con cuernos vikingos de plástico. ¡He visto un montón de cosas graciosas para regalar en navidades!. También hay muchos bares, restaurantes y alguna boutique. Si sigues esa calle hacia el sur llegas a una placita donde se cruzan varias calles y hay en el centro un antiguo surtidor de agua. A la izquierda queda la cafetería Sundbergs konditori, que es la más antigua de Estocolmo, data de 1785 y hay una mesa donde suele ir el rey a tomar café. Pero si está libre, se puede usar, siempre que seas un grupo de más de tres personas. Es curioso. Este sitio tiene unos pasteles increíbles, y, según algunos, el mejor café de la ciudad. 

Girando desde esta plaza y siguiendo por Osterlanggatan se llega a la estatua de San Jorge matando al dragón. Cogiendo la calle detrás de la estatua hacia alante llegamos a la plaza donde está el museo de los Nobel, una fuente que parece una campana gigante y varios bares con buena pinta, tendré que probar poco a poco los sitios. Detrás de esta plaza se accede al palacio real, la residencia oficial de los reyes de Suecia (aunque a diario no viven aquí, sino fuera de la ciudad, esto es sólo para las recepciones oficiales). El palacio es gigaaaanteeescooooooo, y se pueden visitar los apartamentos reales, ver las joyas de la corona... etc. También el museo de la moneda y alguno más. Así que supuse que se tardaría un montón en verlos y lo he dejado para otro día porque solo quedaba una hora para que cerraran.
 

Cruzando por un puentecito hacia la zona centro de Estocolmo (distrito de Norrmalm) tenemos en medio en una isla pequeñita el parlamento. Es un edificio cuadrado enorme que parece salido de París. Al cruzar la isla, al otro lado aparece Gustav Adolfs Torg, con una estatua ecuestre de este rey a caballo y un montón de palacios alrededor, incluyendo el de la ópera. Por detrás de la ópera está el parquecito Kungsträdgarden, donde en invierno hay una pista de patinaje sobre hielo.  Los niños intentaban patinar con zapatos y todo, pero con los 7ºC que había hoy (una temperatura estupenda), aún no estaba abierta al público.  Además, también había una especie de contrarreloj de ciclismo, tenían el parque vallado y los ciclistas estaban dando vueltas a la plaza a toda leche tan entregados como si fuera el tour de Francia. Los que pasaban por allí les animaban, aunque la mayoría no sabíamos de qué iba la historia.

Desde allí he vuelto a la plaza de Sergels Torg, con su "picuruto" en medio y la estación central de metro (T-centralen). Me he hecho el carné de las bibliotecas públicas en el kultur huset (casa de la cultura) que está en la plaza. Así podré coger libros, entrar en internet y quizás apuntarme a algún curso de sueco. 
También he dado una vuelta por el omnipresente H&M. Con lo que a mí me gusta esta tienda, y aquí está por todas partes (es una marca sueca). No me he comprado nada porque como tengo que mudarme al piso la semana que viene no quiero cargar con más peso aún. 

He vuelto al hotel a eso de las 4 y media y ya me he quedado en la habitación porque mis tripas se han rebelado y han estado bastante pachuchas de tanto comer fuera de casa, así que ha sido tarde de descanso y recuperación. Espero que mañana ya hayan vuelto a su ser. 

Si me levanto a una hora razonable y me veo con ganas haré más turismo, ¡y os lo contaré puntualmente!.

martes, 26 de octubre de 2010

Jag har ett hem

Jag har ett hem. O lo que es lo mismo, ¡¡¡ TENGO CASA !!!. Después de toda una odisea tanto desde España como luego aquí para buscar, ver y convencer, ya tengo un hogar. Ha sido como el viaje de Frodo para destruir el Anillo de poder, pero sin orcos.

No había visto ningún país donde fuera tan complicado encontrar alojamiento. Aquí todo el mundo, cuando cumple los 18 se va de casa. Por estar en la facultad reciben un "mini-sueldo" para subsistir y ser independientes, que luego pueden devolver cuando trabajen, como si fuera una "micro-hipoteca": 20-30 euros al mes que te van quitando del sueldo a lo largo de muchos años. Así que hay un montón de jóvenes recién salidos de su casa buscando piso. A esto se suman los que ya han acabado la carrera, las parejas jóvenes...etc. Y todos buscan el mismo tipo de vivienda pequeña y asequible, por lo que hay una demanda increíble, y poca oferta. Por eso, en cuanto se anuncia en una web un piso con buena pinta, al día siguiente ya está alquilado.

Lo que estaba claro es que desde España era imposible cerrar algo, pero sí era bueno tener un poco visto como funcionaban las cosas. Así que me vine, gracias a mi jefa soriana, con un montón de buenos contactos dispuestos a ayudarme. Y por otro lado, gracias a mi padre, tengo otro contacto que  me ha ayudado a entender cómo es el sistema sueco de alquileres y los procedimientos legales. El caso es que entre unos y otros al final ha surgido una casita para mí.

Hablando de casas, hay unas cuantas costumbres suecas que a los que venimos del sur de Europa nos chocan. Una de ellas es la de quitarse SIEMPRE los zapatos cuando se entra en una casa. Se hace para no manchar y no estropear el parqué. Más vale llevar los calcetines sin tomates pues. A la entrada la gente suele tener un mueblecito bajo de zapatero para dejar los susodichos al entrar, y una alfombrilla para poder descalzarte y pisar ahí mientras tanto. Es un poco engorroso en invierno con las botas y demás, pero la verdad es que es más limpio (con el suelo, porque al que le huelan los pies ¡tela marinera!). Y así nadie puede protestar por el taconeo de la vecina...

Más cosas diferentes, que aquí muy poca gente tiene lavadora en su casa. Suele haber un cuarto lavandería común para el bloque con varias lavadoras, secadoras... etc. Cada vecino, en una lista o un panel digital, según lo moderno del sitio, se reserva un par de horas o tres para hacer la colada en un día de la semana. Todo muy organizado. Hay hasta una lavadora grande para las alfombras,  así que supongo que no gastan mucho en tintorería. Es como en las series americanas. Sólo la gente más "pijilla" o con niños (que están todo el día manchándose) tiene lavadora.

Más cosas curiosas, debe haber bastante gente, que ¡NO TIENE TELEVISIÓN en casa!. Al parecer es por temas de ecologismo, porque contaminan mucho.  Para mí, aunque puedas ver las noticias en internet no es lo mismo... En España sería impensable. Como para dejar a las marujas sin su Belén Esteban o su Diario de Patricia. ¡Pondrían el grito en el cielo!. Imaginaoslo: "¡Pepaaaaa! Que mi niño ha tirado la tele a la basura. El jodío tonto dice que contamina.  Pues me voy a tu casa a ver la novela, que hoy se casa José Francisco Tomás de los Dolores y no puedo perdérmelo!!".

También choca que las casas no tienen las calidades que en España. A la gente le da igual que la mesa sea de caoba o de contrachapado, que las lámparas sean de cristales de swarovsky o de papel y plástico. En fin, que si inventaron el Ikea es por algo, porque ven la casa como un bien de consumo, algo que presta un servicio, no para llenarla de cosas bonitas y enseñársela a todo el mundo. Es otra forma de ver las cosas. Por cierto, hablando de Ikea, estoy en un hotel al lado del más grande del mundo. Ocupa como una manzana gigante, tiene dos paradas de bus propias.

En resumen, que me estoy yendo por las ramas y no son horas, la semana que viene, con permiso de la autoridad y si el tiempo lo permite (vamos, ya pueden caer chuzos de punta que yo me voy para allá) me mudaré a mi piso y dejaré de dar tumbos por los barrios de Estocolmo. Así que el próximo capítulo del blog, ¡desde mi nuevo sofá!

sábado, 23 de octubre de 2010

Primeras impresiones (Parte 2)

He de resumir lo que ha pasado en dos días, porque he mentido un poco y no he escrito diariamente. 
Hoy es sábado. Aquí los fines de semana son parecidos a España. El sábado hay ciertas cosas que están abiertas, puedes quedar con un sueco para hablar de negocios...etc. El domingo es cuando está todo cerrado y la gente valora su tiempo en casa y en familia. Así que, como hoy puede que me reclamen dentro de un rato voy a intentar contaros cosas antes de irme. 

El jueves fui a primera hora a ver a mi jefe y mi nuevo trabajo. Para ello, como estoy en la isla de Lidingö, primero tuve que coger un autobús para cruzar el enorme puente que la separa de Estocolmo centro, después un metro hasta la estación central, y luego un tren de cercanías, que aquí se llama Pendeltåg (tren péndulo). Así que mi "bautismo" sueco fue con los transporte urbanos. He de decir que funcionan estupendamente. Recuerda a Suiza o Alemania, puntuales, la gente espera a entrar al metro cuando han salido los que estaban dentro... estos suecos son muy civilizados. 

En lo poco que vi durante mi ruta comprobé que en extensión es bastante grande el centro de Estocolmo, y que comparado con Salamanca o Badajoz, ahora voy a tener que moverme como en Madrid. Siempre en bus o metro. Me servirá para aprender un poco de sueco, porque, igual que en el metro de Madrid, una señorita invisible te van cantando las paradas. Nästa: Södermalmstorg (por ejemplo). Que a un español le suena como naaaaaaassta: soooodermalmstorg. Creo que las diéresis lo que hacen es alargar las vocales. Esto se pronuncia parecido, pero la mayoría de las cosas no tienen nada que ver. En mi viaje en metro...etc. también pude comprobar que el idioma no se entiende un pimiento. Suena a una mezcla entre alemán y élfico del Señor de los Anillos. Entre eso, y que la mayoría de la población es rubia, con la naricilla chata y respingona y los pómulos marcados, parecen elfos de verdad sacados de la película.Vi unas cuantas chicas con el pelo larguísimo y casi blanco que habrían servido para hacer de Galadriel estupendamente. 
Otra cosa a tenor de la cuestión: no todo el mundo es rubio. El 70% de la población (aproximadamente), que son suecos de origen sueco, son todos o rubios o castaños, y la mayoría de ojos claros. El otro 30% son inmigrantes o hijos/nietos de inmigrantes, así que puedes ver africanos, indios, latinos... de todo un poco. Por lo que no voy a ser la única de pelo oscuro por estos lares. Puede que la única tan blanca de cara y con el pelo tan negro si. Esa combinación no es muy frecuente. 

Sigamos con la historia que me estoy yendo por los cerros de Úbeda.
Donde voy a trabajar no es el Karolinska del centro, que está en la zona de Solna, sino el que está en un barrio del sur, en Huddinge, aunque mi parada de tren/autobús es Flemingsberg (una mas que Huddinge centro). Nada mas bajar del tren, con el sol estupendo que hacía el jueves, la vista de las vías y los árboles otoñales parecía otro "wallpaper" robado a windows. Al subir las escaleras mecánicas y salir a lo que es el campus, me recibió una plaza redonda con un edificio semicircular que tiene una cafetería enorme, una biblioteca y más cosas que no se ven desde fuera. Enfrente, una librería con todo lo necesario para los estudiantes. El pavimento de la plaza redonda es de pizarra u otra piedra negra muy parecida, y, justo en el centro, ¡¡ hay un roca gigante con árboles y todo !!. Es como si hubieran plantado en medio de la plaza un trocito de Pirineo, o una de las rocas grandes de Valonsadero donde trepamos para ver la Saca (para los sorianos). Sólo faltan las cabras montesas. Me quedé de pasta boniato cuando lo vi. ¿Cómo se las apañaron para ponerla ahí en medio? Igual ya estaba e hicieron la plaza alrededor... tengo que preguntárselo a alguien.

Cruzando la plaza redonda se ve un edificio grande donde pone en letras enormes: KAROLINSKA. Eso es el hospital, que aquí se dice sjukhus, y se pronuncia algo así como "shiujus". En frente, unido por unas pasarelas y un puente, está el edificio Novum, que será mi lugar de trabajo de ahora en adelante durante los próximos dos años. En el hall había quedado con mi jefe, un español que lleva tantos años aquí que es casi sueco. Estuve viendo el laboratorio y me presentaron a un montón de gente de quien no recuerdo casi ningún nombre, como me pasa siempre. Comimos en la cafetería de abajo y, con material para leer en estos días y a la espera de empezar el lunes que viene, me marché de nuevo hacia el centro. Aproveché para hacer fotos porque salió un día de sol increíble. 

Por la tarde quedé con un conocido de mi padre que lleva más de 25 años en Suecia. Aunque es latinoamericano, así que pude entenderme en español perfectamente con él. Frente a un café me explicó las particularidades del sistema de alquileres sueco, lo que me pueden pedir y dónde me tengo que fijar para que no me engañen. Fue muy útil. 
Después, me acompañó a ver un posible piso. Tenía cosas buenas y malas, y, a la espera de ver algún otro, todavía no me he decidido ni he dado una respuesta definitiva. 

Tras un primer día intensivo, cogí de nuevo el metro y el bus y  volví al calorcito del hotel agotada pero contenta con cómo me había ido el primer contacto con Estocolmo. 

Ayer viernes estuve también dando una vuelta por el centro pero no pude ver más pisos, fue un día más tranquilo. Lo más llamativo fue la pedazo de nevada que había caído durante la noche, y la ventisca que había cuando me levanté. Menos mal que no tenía que ir a trabajar, porque debía hacer un frío bastante importante. Sin embargo, después salió el sol y quedó un día precioso. He de decir que los suecos se parecen un poco a los sorianos, ayer habría un par de grados como mucho y estaban en la plaza de Sergels Torg sentados en los bancos y en las escaleras "tomando" el sol. Nosotros  no somos tan exagerados, ¡por lo menos 10 grados para ponernos a tomar cañas en la Herradores!. Respecto a esto me quedé de piedra al ver a algunas chicas ¡¡ SIN CALCETINES !!. Creía que eso sólo lo hacían las señoras mayores sorianas. Otra cosa que demuestra lo adaptados que están a su clima: no moquean. Yo me pasé el día pañuelo en mano, porque entre el catarro y los cambios frío/calor del bus y el metro a la calle, tenía mocos para dar y regalar. Allí nadie se sonaba,  ni tenían la nariz enrojecida por  tener siempre un "kleenex" rozando. ¿Será que se sorben los moquillos? ¿se suenan cuando van al baño? ¿se los comen a escondidas? La respuesta a estas y otras preguntas, en próximos capítulos.

Poco más que contar, que ya me he extendido bastante y no quiero aburriros. Novedades de hoy: que mi catarro soriano se ha aliado con el tiempo sueco y estoy un poco pachucha. Voy a darme una ducha y cruzar los dedos para encontrar un piso prontito.

viernes, 22 de octubre de 2010

Primeras impresiones (parte I)

Ya estoy en Estocolmo. Los que me conocen saben que he tenido que posponer el viaje durante dos semanas y de ahí viene el "ya". La razón: lo terriblemente difícil que es encontrar piso por estos lares. Pero como eso todavía no lo tengo resuelto, cuando por fin esté instalada en un sitio definitivamente hablaré sobre el tema en otro post.

El de hoy va a ser como una tormenta de ideas: todo lo que se me ha pasado por la cabeza desde que aterricé ayer en Arlanda y puse pie en tierras suecas.

Me fui el martes a Madrid ya que el vuelo salía el miércoles a las 10:20 y si hubiera dormido en Soria tendría que haberme levantado a las 5 de la mañana para llegar a tiempo. Y eso mejor se lo dejamos a los panaderos y otros madrugadores.

A eso de las 8 de la mañana cogí un taxi hacia la T4 de Barajas acompañada por mi hermano y mis dos "mega-maletas". Él venía para ayudarme con las susodichas. Tuve suerte y la grandota estaba ¡¡en el peso justo!!. Lo malo es que tuve que pagar recargo por facturar también la pequeña, pero con lo que pesaban ambas como para ir cargando con más equipaje de mano. Ya tenía bastante con el portátil y el abrigo. Sin contar con las chirucas, que casi son equipaje de mano también. Además, siempre te hacen quitártelas en el detector de metales. 
Sin novedad llegué a la puerta de embarque, y por culpa del jaleo que se ha montado en Francia (para los que vivan en un universo paralelo y no se han enterado pinchad aquí) se retrasó mi vuelo una hora. Me senté con mi blanco compañero de batallitas (mi macbook) y a cambio de 5€ para AENA pude responder a los correos y contaros cositas. A mi alrededor señoras rubias cincuentonas y un grupo de adolescentes rubicundos esperaban para volver a su hogar. Una vez en el avión, siesta, comida frugal, siesta y ...¡llegamos!. En el aeropuerto, tras seguir el cartel de ARRIVALS durante un buen trecho, recogí mis maletas emulando a Perurena, hice acopio de mapas de Estocolmo y me dirigí a la salida en busca de un taxi. 

El aeropuerto de Arlanda está a unos 40 km de Estocolmo. Si no vas con una barbaridad de equipaje, lo más cómodo es coger un tren, el Arlanda Express, que en 20 minutos te deja en el centro de la ciudad. También hay autobuses directos. Yo, debido a mi cargamento, me decanté por el taxi. Por recomendación de mi jefe escogí uno de la compañía Taxi Stockholm, porque son más baratos y fiables que los de empresas privadas. Llevan su taxímetro, su GPS y hasta te dan un recibo si quieres. 

En la media hora de trayecto pude observar el campo sueco, con su mezcla de coníferas y árboles de hoja caduca, como os contaba a través del "facebook", parecía un fondo de pantalla típico de otoño.  No es muy montañoso, todo árboles y de vez en cuando alguna casa. Después de la autovía y algunas calles en las que solo había bosque y carril bici, cruzando un puente llegamos a la isla de Lidingö, donde está mi hotel. Tuve que reservar aquí porque al no hacerlo con antelación estaba muy difícil encontrar algo por el centro y que no fuera carísimo. Además, las habitaciones tienen una pequeña cocina, y el precio del alojamiento se compensa preparándote tu propia comida. 

Así que fui a un supermercado que hay aquí cerca y compré avituallamiento, comprobé que se hace de noche a las 6 de la tarde (y estamos en octubre) y aluciné con el pasillo entero de tipos de pan tostado que había. Tienen cientos de clases de ese pan finito y como de cartón que usan sobre todo en los desayunos. También de ese otro que es blandito y aplastado (como el de los bocadillos del Tribecca, para los sorianos). Además, había cosas sorprendentes como la leche de soja de... ¡¡la central lechera asturiana !!. También había un sinfín de dulces de aspecto estupendo, bollería al peso y demás delicias "engordantes" que aún no he probado por si me vicio. Iré poco a poco que tienen pinta de ser adictivas. 

Otra cosa que descubrí en ese primer paseo, aparte de que hacía un frío que se corresponde a Soria pero un mes y medio adelantado en el tiempo, son los semáforos. Tienes que apretar un botón para que se ponga en verde. Hasta ahí todo normal. El caso es que cuando lo aprietas empieza a sonar como el segundero de un reloj viejo: tac tac tac tac. A un ritmo constante. Y, cuando se pone en verde, de repente se acelera y parece una ametralladora de película: ratatatatatatatatatatatatatatatatattaaaa. Así que no sabes si salir corriendo al trote o buscar refugio en una trinchera. Estresa un poco, la verdad. 

Cené y estuve hablando 45 minutos por el skype con la familia. Qué invento más estupendo, si no fuera por eso no ganaría para conferencias internacionales. Además, mis padres me ven y parece que estoy más cerquita y yo los veo a ellos y puedo contarles mis cosas y ver las caritas que ponen. 
Tras la charla, cansada por el viaje pero con la mente en plena ebullición me fui a dormir a eso de las 11, intentando adaptarme a mi nuevo horario sueco. 

Y mañana la segunda parte de mis primeras impresiones, porque llevo todo el santo día dando vueltas y estoy que no puedo con mi alma.