Esta mañana por fin he podido dar un paseo largo por el casco histórico de Estocolmo. Tengo la suerte de que la línea de metro de la zona en que estoy llega justito hasta allí: a una pequeña isla llena de callejuelas adoquinadas, iglesias picudas y tiendas de souvenirs. Bienvenidos a Gamla Stan.
Aprovechando que era sábado, me he podido levantar más tarde. Bus, metro, y en seguida estaba en el centro. Como aquí comen tan pronto he hecho un "tojunto" (traducción casera de brunch) y a las 12 me he zampado una ensalada gigante (aparte de la base de lechuga, tomate y pepino podías escoger 5 ingredientes, ¡como en las pizzas!), un té de manzana en una taza enorme (parecía un cuenco de sopa más que una taza) y un kanelbulle, el descubrimiento culinario que más me ha gustado hasta el momento: los bollos de canela. Son como un cruce entre lazo y croissant pero sin relleno de crema, y llevan muuuucha canela y el interior es blandito, con una pasta de azúcar derretido y canela. Están de muerte natural. ¡Ñaaaaaam!
Después del almuerzo he estado consultando una de las múltiples guías de Suecia que me regalaron antes de venir, en particular la que me obsequió mi pequeña gran E. He decidido seguir uno de los recorridos a pie que sugerían y ha sido buena idea. La verdad es que las guías del Lonely Planet son de las mejores: traen menos fotos en color pero más cosas prácticas. Lo cierto es que como estaba ya en la ciudad vieja he hecho la ruta al revés, del final al principio... yo, siempre a contracorriente.
He de decir llegados a este punto, que orientarse en Estocolmo es francamente difícil, y lo digo yo que normalmente tengo un GPS interno estupendo. Miras hacia alante por una calle y ves agua, hacia atrás y también ves agua, y al otro lado del agua hay edificios en otras islas y más agua, las calles no están paralelas en unas y otras islas obviamente, y ver dónde es el norte y el sur es un lío. La verdad es que cuesta un poco al principio. Cuando estás en una de las islas más grandes es más fácil, porque hay muchas calles y menos agua.
Volvamos a mi paseo matutino. El almuerzo ha sido en un bar de la calle Stora Nygatan, que está llena de bares, tiendas de artesanía y cosas curiosas. Hacia el final de la calle por el sur, está el pub Stampen, un sitio con muy buena pinta, donde hay música en directo y han tocado leyendas del jazz, ¡hasta Woody Allen!. Cuando venga mi hermano lo tengo que llevar, que le va a encantar.
De ahí me he cruzado a Vasterlanggatan, que es la calle principal de Gamla Stan. Es como la rúa mayor de Salamanca, para que os hagáis una idea. Está llena de tiendas de souvenirs: camisetas con la bandera sueca, peluches de Pippi calzaslargas y cascos con cuernos vikingos de plástico. ¡He visto un montón de cosas graciosas para regalar en navidades!. También hay muchos bares, restaurantes y alguna boutique. Si sigues esa calle hacia el sur llegas a una placita donde se cruzan varias calles y hay en el centro un antiguo surtidor de agua. A la izquierda queda la cafetería Sundbergs konditori, que es la más antigua de Estocolmo, data de 1785 y hay una mesa donde suele ir el rey a tomar café. Pero si está libre, se puede usar, siempre que seas un grupo de más de tres personas. Es curioso. Este sitio tiene unos pasteles increíbles, y, según algunos, el mejor café de la ciudad.
Girando desde esta plaza y siguiendo por Osterlanggatan se llega a la estatua de San Jorge matando al dragón. Cogiendo la calle detrás de la estatua hacia alante llegamos a la plaza donde está el museo de los Nobel, una fuente que parece una campana gigante y varios bares con buena pinta, tendré que probar poco a poco los sitios. Detrás de esta plaza se accede al palacio real, la residencia oficial de los reyes de Suecia (aunque a diario no viven aquí, sino fuera de la ciudad, esto es sólo para las recepciones oficiales). El palacio es gigaaaanteeescooooooo, y se pueden visitar los apartamentos reales, ver las joyas de la corona... etc. También el museo de la moneda y alguno más. Así que supuse que se tardaría un montón en verlos y lo he dejado para otro día porque solo quedaba una hora para que cerraran.
Cruzando por un puentecito hacia la zona centro de Estocolmo (distrito de Norrmalm) tenemos en medio en una isla pequeñita el parlamento. Es un edificio cuadrado enorme que parece salido de París. Al cruzar la isla, al otro lado aparece Gustav Adolfs Torg, con una estatua ecuestre de este rey a caballo y un montón de palacios alrededor, incluyendo el de la ópera. Por detrás de la ópera está el parquecito Kungsträdgarden, donde en invierno hay una pista de patinaje sobre hielo. Los niños intentaban patinar con zapatos y todo, pero con los 7ºC que había hoy (una temperatura estupenda), aún no estaba abierta al público. Además, también había una especie de contrarreloj de ciclismo, tenían el parque vallado y los ciclistas estaban dando vueltas a la plaza a toda leche tan entregados como si fuera el tour de Francia. Los que pasaban por allí les animaban, aunque la mayoría no sabíamos de qué iba la historia.
Cruzando por un puentecito hacia la zona centro de Estocolmo (distrito de Norrmalm) tenemos en medio en una isla pequeñita el parlamento. Es un edificio cuadrado enorme que parece salido de París. Al cruzar la isla, al otro lado aparece Gustav Adolfs Torg, con una estatua ecuestre de este rey a caballo y un montón de palacios alrededor, incluyendo el de la ópera. Por detrás de la ópera está el parquecito Kungsträdgarden, donde en invierno hay una pista de patinaje sobre hielo. Los niños intentaban patinar con zapatos y todo, pero con los 7ºC que había hoy (una temperatura estupenda), aún no estaba abierta al público. Además, también había una especie de contrarreloj de ciclismo, tenían el parque vallado y los ciclistas estaban dando vueltas a la plaza a toda leche tan entregados como si fuera el tour de Francia. Los que pasaban por allí les animaban, aunque la mayoría no sabíamos de qué iba la historia.
Desde allí he vuelto a la plaza de Sergels Torg, con su "picuruto" en medio y la estación central de metro (T-centralen). Me he hecho el carné de las bibliotecas públicas en el kultur huset (casa de la cultura) que está en la plaza. Así podré coger libros, entrar en internet y quizás apuntarme a algún curso de sueco.
También he dado una vuelta por el omnipresente H&M. Con lo que a mí me gusta esta tienda, y aquí está por todas partes (es una marca sueca). No me he comprado nada porque como tengo que mudarme al piso la semana que viene no quiero cargar con más peso aún.
He vuelto al hotel a eso de las 4 y media y ya me he quedado en la habitación porque mis tripas se han rebelado y han estado bastante pachuchas de tanto comer fuera de casa, así que ha sido tarde de descanso y recuperación. Espero que mañana ya hayan vuelto a su ser.
Si me levanto a una hora razonable y me veo con ganas haré más turismo, ¡y os lo contaré puntualmente!.