jueves, 5 de enero de 2012

Año nuevo...fin del mundo?

Esperemos que no. Corren por ahí rumores de que los mayas había predicho el fin del mundo en el 2012... ¡y yo con estos pelos!. Seamos positivos y esperemos que sea por lo menos en el 2013, que árboles he plantado alguno, pero me falta escribir un libro y tener un crío... y no me va a dar tiempo a todo en un año. 

Aquí me hallo de nuevo en las Suecias tras unas estupendas vacaciones navideñas. Este año lo he hecho mejor, he estado en casa dos semanas. Menos tiempo se queda en nada... cuando empiezas a disfrutar se ha acabado.
Volé hacia la madre patria el 16 de diciembre, por suerte un par de días antes de la huelga de Iberia.  Siempre tienen que tocar las narices por las mismas fechas. Ellos y Renfe, que también han debido tener algún día tonto estas navidades. 
A pesar de no haber huelga alguna peripecia me tenía que pasar, ¡cómo no!. Iba todo en hora, embarcamos sin novedad, y cuando ya estábamos sentaditos cada uno en su asiento y con los cinturones de seguridad abrochados suena el típico din don din y... "les habla el capitán, debido a un problema eléctrico con las luces en el aeropuerto de Arlanda no se permite despegar a ningún avión. Esperamos que se resuelva pronto este incidente y podamos comenzar el vuelo". Así que allí nos dejaron, encerraditos en el avión porque no había luces en las pistas y los aviones habrían parecido coches de choque... y no era plan. Y el "problemita" tardó en resolverse... ¡UNA HORA!. Así que me eché una siesta mientras tanto hasta que por fin despegamos. 
El vuelo sin novedad, con la ya típica falta de alimentos y bebidas gratuitas. Yo, que a veces hasta soy previsora, me había comprado una magdalena del tamaño de mi cabeza y una botella de agua, así que tuve buen aporte de glucosa hasta que llegamos a Madrid. A las cuatro horas, cuando ya estábamos encima de Madrid, otra vez el din don din y... "les habla el comandante, por problemas con el tráfico aéreo por el momento no tenemos permiso para aterrizar". 
Así que nos tocó estar otros 40 minutos dando vueltas sobre la capital... como aquella especie de pelota que tenía un palo con un agujero, metías un pie por el agujero y le dabas vueltas y saltabas. No consigo recordar el nombre del que había en los 80-90 (¿os acordáis vosotros?), lo único que he encontrado en internet es esta versión Hello Kitty. Pues lo mismo hizo mi avión, pero sin palito y mucho menos divertido. 

Por fin conseguí llegar a Madrid después de 6 horas en un avión en lugar de las 4 teóricas. Eran como las 9 de la noche y como llegué con un ansia de comida española desbordante mi hermano me llevó a comer jamón, croquetas, salmorejo... y me quedé mas feliz que una lombriz después de una tormenta. 
Después estuvimos un poquito de fiesta por los Madriles, tomando gintonics de diseño en bares cutres y rodeados por gente del "artisteo". Muy divertido, ¡me encanta esto de descubrir bares nuevos!.
Al día siguiente, sábado, bajamos a comprar los regalos de navidad y estaba la puerta del Sol que daba miedo de tanta gente. ¡Qué agobio, por zeus!. Le hice una foto a la cola de gente que había en la Doña Manolita: daba la vuelta a la esquina y subía toda la calle, ver para creer. 
Comimos por la zona de Ópera y entre la comida y bebida del día anterior, y la del sábado que no me cayó bien, mi estómago se cabreó. Esa noche pensábamos ir al teatro por el centro, pero mis tripas no estaban por la labor. A pesar de eso... seguía teniendo hambre, y como soy lo peor y mi hermano me llevó a un asturiano estupendo a cenar, otra vez nos pusimos "hasta las patas" a base de cecina, pulpo y empanada de chipirones en su tinta. Qué cosa mas buena, ¡nunca había pensado que se pudiese hacer una empanada negra!. Tras el "cenorrio" nos vimos la última de Polanski en versión original (lo sé, todo muy cultureta, estaba el cine lleno de "gafapastas"). 
El domingo tocó latinear a mediodía evitando los bares de turistas (no es cuestión de dejarse el sueldo en una ración de jamón). El pequeño J. me llevó a un sitio enfrente del famoso Botín, que se llama bodegas Ricla y las tapas están de muerte natural y a unos precios bastante razonables. Recomendación: pedir la tapa de cuchara, ese día tenían alubiones y ¡estaba riquísimo!. Después, tetería con M. y compañía, muchas risas, tarta, gintonic y naranjas chinas. Paseo posterior, comprar regalitos, luces navideñas y vuelta a casa. 
El lunes mi padre tenía que bajar a Madrid, así que aproveché para irme luego con él a Soria. 
Ya en casa, como siempre, gran recibimiento de los perris en el jardín, que casi me hacen rodar por el suelo, cariños de mami y cena en familia.

La semana de navidad fue de típicos reencuentros con familia y amigos, cañas por las tardes, recados, paseos.. y sobre todo SOL, solazo soriano en grandes dosis para guardar reservas cuando volviera a Suecia. Creo que ya tengo suficiente vitamina D hasta la próxima visita a España. 

Y sin comerlo ni beberlo (juas!) llegaron nochebuena y navidad. No podían faltar las cañas y champanes en el mogollón de la Herradores con mis sorianos antes de la cena de Nochebuena y antes de que Dieguito salga de la tripa de su mamá. También salimos un ratito el día de Navidad por la noche, aprovechando que el lunes era festivo. Así terminé de encontrarme con los que todavía no había visto. Entre unas cosas y otras hice millones de fotos, algunas un tanto calamitosas y otras muy artísticas por la zona de San Saturio que, de todos es sabido, es mi preferida.

La semana siguiente hice dos visitas al dentista (que dejó temblando mi cuenta corriente) y una escapada a Salamanca. Fue también escapada de reencuentros: estuve con mis biólogos (a algunos hacía mas de dos años que no veía) y fue genial volver a vernos y ponernos al día. Espero que lo repitamos todas las navidades y ¡que no dejemos pasar tanto tiempo antes de la próxima "quedada"!. 
El miércoles mi reencuentro fue con la gente del laboratorio, los exiliados como yo, los que aún están ahí y las nuevas generaciones. Mucha comida, muchos achuchones y muchas risas. Así quedó instaurada oficialmente la cena de "supervivientes" para el día 28 de cada diciembre. Ahí estaré también este 2012 con permiso de la autoridad y si el tiempo lo permite. 

Y volví a Soria para quemar los últimos días de vacaciones tomando el sol y disfrutando de estar en casa. En nochevieja dejé a los niños encaminados hacia el cotillón y yo me retiré a tiempo porque al día siguiente mi señor padre tocó diana para marcharnos todos a Madrid. Yo volaba el día 2 a primera hora y era lo más fácil estar ya allí que ir desde Soria. Así que pasamos el día de año nuevo comiendo platos peruanos con música en vivo y paseando por Madrid. 

Y de esta manera, sin previo aviso, se acabaron mis vacaciones. Creo que este año han estado muy bien aprovechadas. He hecho muchas cosas y visto a mucha gente, no todos los que me gustaría, pero he hecho lo que he podido con los días que tenía.

Supongo que volveré a España en Semana Santa, entre otras cosas porque tengo asuntos pendientes con el dentista. Menos mal que faltan tres meses, ¡así puedo ahorrar para el nuevo atraco!. 

Espero que también hayáis tenido unas buenas navidades, y que el 2012 pinte bien para todos. Para empezar, ¡suerte con la lotería del niño!.