lunes, 29 de noviembre de 2010

The darkness

No, no es por el grupo de música, es que ya es de noche en el exterior de nuestros estudios centrales. Podrían ser las 9 tranquilamente, pero aún no son ni las 4. Esto es lo que peor llevo de la vida en tierras tan septentrionales, la falta de luz. A los que venimos del sur de Europa (casi del norte de África, según se mire) se nos hace muy cuesta arriba.
Por la mañana tampoco es que amanezca prontísimo para compensar: hasta las 8 más o menos no sale el sol, así que si te levantas tarde es un rollo. Eso me pasó hace un par de semanas, me levanté a las 12 y en tres horitas era de noche. ¡Daban ganas de volverte a meter en la cama!. Este fin de semana no me he levantado tarde pero he llevado horarios españoles en las comidas, lo cual también se hace más raro que un perro verde: estaba a las 3:30 comiéndome unos macarrones y viendo el telediario online, a la par que se hacía de noche. Así que no sabes si estás comiendo, cenando o qué. 

Ahora entiendo lo de los horarios suyos para comer. Creo que intentan aprovechar la luz del sol al máximo, así que a las 11:30-12 ya están comiendo. Ellos y yo también, que allá donde fueres haz lo que vieres. Los primeros días se te queda cara de póker al ver a la gente comiéndose un potaje a las 12 de la mañana, pero luego te acostumbras. No se hace difícil, porque hambre tienes (es la hora del café en España) así que en vez de zamparte un pincho pues ya comes de verdad.  Siguiendo con las costumbres suecas a las 6 de la tarde estás que te comes una vaca (starving, como dicen los ingleses) y a las 7 te entra la cena como lo más normal del mundo. Lo malo es que no me acuesto más pronto, y a veces antes de irme a la cama me entra hambre otra vez. Es una faena, porque me estoy poniendo de comer como el kiko desde que he venido, seguro que en un mes ya he engordado. 

Hablando de comida, aquí comen mucho en general, y muchos dulces en particular. Existe una cosa maravillosa que es la pausa para el café, lo que sería para nosotros un ratito de desconectar durante el trabajo. Se llama fika, y puedes tener un fika, irte de fika... sirve para todo, lo típico es que sea un "coffee break", pero si quedas por la tarde para una caña y no para cenar, también puede ser un fika. En el trabajo tenemos un fika organizado una vez a la semana. Como aquí se come a las 12, lo hacemos a las 3, que sería la hora sueca de merendar. Cada semana se encarga uno de cocinar o comprar algo dulce, y esta semana me toca a mí. Todavía no sé qué haré. Me apetece traer algo casero, pero sin tener que currar a lo bestia, a ver qué se me ocurre...


Como os contaba 8 líneas más arriba, aquí se comen muchos dulces. Y claro, tanto les gustan que los han perfeccionado, ¡hay unos dulces súpeeeer ricoooos!. Mi preferido, como os conté en otra entrada, es el kanelbulle (bollo de canela), pero también hay tartas tipo "pie" con masa abajo y arriba y dentro manzana, o arándanos...también  es muy típica la de ruibarbo (yo juraría que en España no la he visto en ningún sitio). También hay unas bayas que se llaman lingon berries y son una especie de arándanos rojos originarios de la tundra y el bosque boreal, así que por estos lares nórdicos abundan. Y los usan para hacer un zumo que está muy rico (una especie de agua de color rojo-morado), pasteles... de todo. Es algo así como un primo hermano del arándano. Más cosas curiosas que se comen por aquí... las bolas de chocolate con coco rayado por encima y unas tartas que son como media pelota verde o rosa y al principio me chocaron mucho al verlas. Por dentro llevan bizcocho, nata y merengue, y lo verde o rosa es una capa fina de mazapán de colores. Para mí son demasiado dulces, pero al que sea muy goloso seguro que le encantan. Creo que se llama princess cake. También hay unos bollos y trenzas de bollería que llevan azafrán, pero aún no los he probado. La  masa se queda amarilla, tiene una pinta curiosa. Cuando lo pruebe os cuento.
Ahora lo que abunda son los dulces navideños. Yo pensaba que no me gustaba el jengibre hasta que he probado las galletas navideñas con genjibre y canela, están súper buenas, porque al llevar la canela no pican mucho. Son marrones, finitas, redondas o con forma de estrellitas. Es una de las cosas que llevaré a mi casa por navidades. Hay otras cosas hechas con genjibre, como una especie de pan con el que se hacen casitas tipo la de Hansel y Gretel. También en este surtido navideño encontramos  estrellas de chocolate y mazapán, figuritas de chocolate y otras cositas ricas. Intentaré reservarme para navidades, pero, ¡no sé si voy a ser capaz!.

No sé como he empezado hablando de comida y acabo contando tartas... en fin, esta cabeza mía que tiende a dispersarse.

Os dejo pequeños, ¡que me marcho a ver el barça-Madrid!.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Está que no se sabe lo que va a hacer

Eso es lo que dicen mi madre y mi abuela cuando el tiempo cambia constantemente. Pues en Estocolmo es así todos los santos días. Esta mañana a las 8 había algo de nieve que había caído por la noche. Cuando he salido a la calle caía un xirimiri molesto. Después, a media mañana se ha puesto a nevar. Más tarde ha parado y ha vuelto la lluvia fina. Y cuando hemos salido hace un rato hacía menos frío que antes, milagrosamente. 

Y así todos los días, para desquiciar al personal.

Hay una web ("The weather channel" ¡toma publicidad gratuita!) donde aciertan bastante con el tiempo. En España si lo miras un lunes para toda la semana, puede variar poco la predicción. Aquí lo miras un lunes y te pone que el miércoles llueve y el jueves sale el sol. Lo vuelves a mirar el martes y te pone que va a nevar el miércoles y a hacer niebla el jueves. ¡Es una locura!. Lo peor de todo es que es verdad, que puedes estar por la mañana con una nevada que no veas, se ponga el calabobos este que aburre a una vaca de madera (mi madre dixit) y por la noche ya no queda nieve. O al revés, que llegues a trabajar lloviendo y nublado, y cuando salgas se puedan hacer muñecos como tú de grandes. 
Bueno, aquí la gente no hace muñecos de nieve. Tampoco se tiran bolas. Supongo que hay dos razones: una, que son muy civilizados como para tirarse bolazos (sin haberse tomado antes unas cervezas ni de coña); otra, que como están tan acostumbrados a tenerla durante 5 meses seguidos, pues no les hace gracia. Y supongo que deben flipar cuando nos ven a los "guiris" en plan batalla campal a bolazo limpio. Con lo que nos gustaba cuando éramos pequeños y caía una nevada buena, que los críos hasta hacíamos trincheras para que la guerra de bolas fuese aún más cruenta. Y hacíamos muñecos, y les poníamos una nariz de zanahoria y los ojos y la boca con palos y piñas, ¡a veces hasta bufanda!. He de confesar que como me gusta tanto la nieve, cuando estoy en Soria y cae una nevada maja aún hago alguno de vez en cuando. Hasta que llega mi perra y se pone a escarbar y me lo desmonta. 

Otra cosa curiosa de las nevadas suecas: en vez de echar sal en el suelo para que se derrita la nieve, echan piedrecitas tipo gravilla, son como las que se sueltan de la carretera cuando acaban de asfaltar. La verdad es que funcionan, y al pisarlas no te resbalas. Salvo cuando nieva encima, se quedan dentro las piedritas y se hace hielo. Estilo turrón del duro, pero con piedras y nieve. Entonces no sirven para nada y toca echar otra paletada al suelo.

Aún no he visto el punto álgido de las nevadas en Suecia, que será dentro de un mes o dos y debe ser impresionante. Haré fotos en cuanto caiga una medianamente maja y hayan puesto ya los adornos de navidad. Porque la creencia de que el peor mes de todos es noviembre, aquí es unánime. La gente se deprime, a otros les duelen los huesos con tanta humedad, no hay días de sol (o está lloviendo o nublado o nevando)... vamos, un poquito horror. Pero luego llega diciembre y con las luces y las fiestas hay más movimiento y es diferente. Menos mal que apenas queda una semana de este mes tan "bonito" y pronto os estaré contando de nevadas increíbles, "papás noeles" y niños cantando villancicos impronunciables. 

Pero mientras llega ese momento, voy a ver el parte del tiempo a ver si ha cambiado lo que decían para mañana...

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Descongelar

Eso es lo que por fin puedo hacer rápidamente (entre otras cosas), porque ¡¡ POR FIN TENGO MICROONDAS !!.

Como os conté en otra entrada anterior, mis caseros no tienen televisión. Lo que no os había contado es que tampoco tienen microondas. La televisión no la echo de menos, porque puedo ver casi todos los canales online y los autóctonos como son en sueco y no entiendo nada, pues lo mismo me da que me da lo mismo. 

Pero el microondas ¡lo echaba taaaaanto de menos!. No sabes cuan útil es algo hasta que te falta. Tener que manchar una sartén para hacerte un par de salchichas frankfurt, pringar una cacerola sólo para calentar la sopa que te sobró del mediodía, esperar toda la noche a que un filete que parece un helado de ternera se vuelva comestible... es un auténtico engorro. Además, me pasaba el día fregando los platos, porque para cualquier cosa tenía que manchar un montón. Y con los fríos escandinavos fregar tanto plato no es nada bueno para la piel.
Otra ventaja: es muy cómodo preparar más cantidad de la comida que sea y congelarla en "tupperwares" de una ración para luego descongelarlos cuando quieras. Por ejemplo para llevármelos al curro. Ahora también puedo hacer eso en casa sin tener que esperar una eternidad a que un bloque de lentejas polares vuelva a su ser. 

¿Y cómo ha sido el proceso? He ido hasta el centro en el tren que me trae del trabajo (cargando con el portátil, para más detalles), hasta una cadena de electrodomésticos que se llama Giganten. No sé si en España existe, yo no la conocía. Por el camino ya he visto que había un trecho de por lo menos 200m o más hasta la boca del metro. ¿Y a qué viene todo esto? A que en teoría un microondas se compra fácilmente: tú vas a la tienda, escoges, pagas y te lo llevas. Pero cuando eres pequeñita y el microondas abulta más que tú y pesa como una pierna tuya, no te creas que es tan fácil. Así que cuando he llegado al sitio en cuestión y he visto lo armatoste que era el horno en cuestión, he decidido que, o me buscaba una tienda más cercana a la boca del metro, o me compraba un carrito con ruedas.

He entrado en todas las tiendas cercanas que también vendían televisores, batidoras y demás, pero ninguna era o tan barata o con tanta variedad. Así que opción 1 eliminada. He decidido invocar a Manolo Escobar y buscar "dóndeeee estaaaaará mii carroooooo dóndeee estaráááááá mi caarrooooooo". Creo que la llamada de socorro a lo folclórica ha dado resultado, porque he encontrado al principio de la calle, una franquicia donde sé que los venden (es que hay una igual en mi barrio). A todo esto, eran las 6:40 y la tienda del microondas cerraba a las 7. He salido corriendo a toda prisa con mi nuevo carro, (que es del tipo de los de poner encima 5 ó 6 banastas de naranjas, así que si no lo arrastras pesa lo suyo) y he conseguido llegar a tiempo a la otra tienda. Pero, hete aquí que voy y cargo el microondas (que como era una oferta había un montón puestos en una pila) en mi carro, voy a la caja y resulta que el carrito es de lo más bajo, y tengo que ir como el jorobado de Notre Damm para poder arrastrarlo. Bueno, ¡no hay dolor!, he pensado. Después de preguntar dónde se paga y que el dependiente en cuestión me dijese que en el piso de abajo me he quedado blanca, porque carga tú con el mostrenco y el carrito enano por las escaleras mecánicas sin escoñarte ni arrollar a nadie. Al final, a pesar de ser un poco cenutrio al principio, me lo ha bajado él. Ya abajo yo seguía pensando en tirar de la goma elástica tipo "pulpo" que lleva para poder arrastrarlo y rezar para que no se fuese todo a tomar viento. Menos mal que en la cola para pagar, se me ha encendido la bombilla y he visto que se podía tirar para arriba del asa y se hacía el doble de largo. ¡¡¡ Por Dios qué petarda soy a veces !!. Al menos me he dado cuenta a tiempo, antes de deslomarme tirando del carrito como si me hubiera dado un paralís. Así que, ya en forma de maleta con ruedas, he podido ir hasta la boca del metro sin novedad. He ido hasta una de las grandes, donde sé seguro que hay ascensor, para no hacer más experimentos transportistas.
Así, he llegado finalmente a mi hogar y lo acabo de instalar. Doy fe de que funciona, voy a estrenarlo calentándome la cena, que son las 8:40, ¡es tardísimo para el horario sueco! (y ya voy teniendo gazuza, como decía mi abuelo).

¡Ayyyy lo que avanza la tecnología y lo que se echa de menos cuando no está!. Como para irme a vivir en medio del monte a lo rústico...

viernes, 12 de noviembre de 2010

Abriendo puertas

Como cantaba Gloria Estefan: "y vamooos abriendo pueeertaaas y vamooos cerraaandoo heriidaaaas" en ese disco de villancicos que a mi madre tanto le gustaba. Así estoy yo, abriendo puertas en mi nueva vida sueca. 

Esta semana ha tenido un poco de todo, incluyendo una nevada: el martes por la mañana estaba chispeando y nublado, luego decidió ponerse a nevar a todo meter y estuvo así desde las 10 de la mañana hasta por la noche. Menos mal que me había comprado el fin de semana pasado un plumas nuevo bueno, bonito y barato e iba la mar de abrigadita. Eso sí, las botas normales se acaban calando al cabo de un rato, doy fé. Uno de mis compañeros traía las Converse y tuvo que llegar a casa con los pies finos. Pero el jodío no se ha resfriado... ¡qué envidia!, yo sigo arrastrando al catarro este tan pesadito que ya es de la familia. Aunque parezca increíble, a mí,  siendo soriana y habiendo visto nevadas a tutiplén, me sigue gustando la nieve. Como a todo hijo de vecino en España, cuando cae una nevada te dan ganas de hacer un muñeco, irte a dar un paseo y disfrutar del frío. Pero aquí es tan exagerada la presencia de nieve durante 4 ó 5 meses seguidos, que la gente acaba hasta las narices de la llamada "mierda blanca". No creo que yo acabe odiándola, pero supongo que andar como las muñecas de Famosa y llevar unas botancas enormes durante 5 meses (por muy cómodas que sean) tiene que acabar cansando.

Iba la abajo firmante más feliz que una lombriz pisando nieve cuando salí del trabajo. Me dirigí hacia el centro, donde ese mismo día iba a conocer a la chica gracias a la cual tengo piso. Es una sueca que estuvo trabajando una temporada en Soria y gracias a eso pudimos contactar con ella y pedirle ayuda. Ella preguntó por ahí a ver si alguien alquilaba un piso y esa pista al final fue la opción ganadora. Lo que hizo realmente fue ponerlo en su muro del facebook y entre sus amigos alguien conocía a alguien que  conocía a alguien que tenía un apartamento en alquiler. Si es que el facebook es mágico, a veces lo carga el diablo pero otras dan ganas de ponerle un piso al que lo inventó. Al hilo de este tema, aún no he visto la película esa de la red social, es que aquí el cine está tan "baratito" (unos 10€) como en el centro de Madrid... ¡¡ufffffff!!. 

Vuelvo a la historia que me estoy yendo por los cerros de Úbeda. Quedé con esta chica y resultó ser muy maja. Estuvimos cenando en una cafetería y hablando de todo un poco. Como todos los suecos, habla un inglés perfecto así que la comunicación estaba por ese flanco asegurada. Fue una tarde muy animada, quedamos en vernos otro día y aprendí un par de palabras en sueco. Es un idioma increíblemente difícil de pronunciar, y entre el escribir una palabra y decirla, cualquier parecido es pura coincidencia. De momento he aprendido las palabras típicas: Hej! (hola), Hej do! (adiós), Tack (gracias), varsagöd (de nada) y ürsakta (disculpe). Pero la pronuciación sería algo así como ei! ei doooo!, el tack es el único que se dice tal cual, vaarshogod y uuurshekta (esta última me ha costado un montón retenerla en la cabeza). Así que ya veis el percal, queridos. Voy a apuntarme a clases en algún sitio para probar suerte, digo yo que en dos años alguna palabra más aprenderé.

Siguiendo con mi semana, el miércoles conocí a otra chica con la que había contactado estando aún en España. Es española también y lleva aquí unos meses. Por email me dio muy buenos consejos y tenía ganas de conocerla en persona. Quedamos cerca de mi casa y venía con un grupo de gente bastante grande, todos españoles y muy majos, la verdad. Estuvimos en un bar de un piso altísimo con unas vistas geniales. ¡Tengo que ir de día para hacer fotos!. Lo pasé bien, es un grupillo muy majo y espero verlos más veces. La verdad es que sólo cuando estás entre españoles puedes comportarte con toda la naturalidad que te dé la gana, porque los suecos son tan amables, callados y tranquilos que se asustarían si me ven dando brincos por el trabajo y cantando por Manolo Escobar a pleno pulmón.  Como suele decirme mi hermano en relación con mi afición por la escandalera "¡a ti te van a deportar!".
Por lo que me contaron estos muchachos, es difícil en ese sentido hacer amigos aquí. La gente es muy amable, pero no se implican contigo realmente, no mezclan el trabajo con lo lúdico nunca, todo lo hacen según lo planificado... tienen otra forma de ser. Así que el hacer amigos con los lugareños  tiene su intríngulis (bueno, cuando están sobrios, porque luego se toman dos cervezas y deben sufrir una metamorfosis tremenda, ya os contaré cuando lo vea con estos ojitos). Tengo suerte de que con los dos suecos que trabajo son majos, pero esto no es un trabajo muy "normal": tienes que interaccionar por obligación, enseñarle cosas a otra gente y que ellos te enseñen a ti, así que no es como estar en una oficina todo el día delante de un ordenador sin necesidad de hablar con nadie.

Ayer no hice nada del otro jueves (y eso que era jueves, juas, me ha salido un cutre-chiste). Estuve en el media markt comprándome unos auriculares nuevos porque se me perdió una de las almohadillas y me estaba haciendo polvo la oreja derecha. También entré a comprar algo de comida al súper y encontré algo genial: un montón de variedades de queso en lonchas ¡¡¡SIIIN LACTOOOSAAAAA!!!. Así que ya no echo de menos a Kaiku y su maravilloso invento de "deslactosar" los lácteos. El buen deslactosador que los deslactose buen deslactosador será. ¡A ver quién lo dice más rápido!.
 
Esta tarde he quedado con el grupo de españoles de mi trabajo y podré tomarme unas cañas hablando en cristiano sin que nadie me mire con cara de "¿pero qué dices muchacha?". Lo malo es que no puedo trasnochar demasiado, porque mañana tengo que venir a hacer unas cosas al trabajo, he de estar aquí a las 10 de la mañana. Es lo que tienen las células, no saben que es fin de semana y ¡hay que darles de comer como quien tiene un perro!. Pero son tan monas y se portan tan bien que no puedo protestar mucho. 

Otro ratito os cuento más peripecias, que aún no he hablado de la comida sueca, ni del tiempo que está como una cabra... ¡me quedan batallitas para rato!.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Desde Slussen con amor

Lo sé, lo sé. Dije que iba a escribir casi todos los días y no he cumplido mi palabra. Es que he tenido unos días de locos con la mudanza. El jueves por la tarde vine en un taxi desde Skärholmen (donde estaba mi hotel) cargando con mis dos mega-maletas hasta mi nuevo hogar. Por fin, después de dos semanas, pude deshacer mi equipaje y estirar mi ropa, que se había quedado hecha un higo. Después de desempaquetar fui a hacer la compra y, como suele pasar, se me olvidaron la mitad de las cosas. Así que he tenido que volver casi todos los días con lo que me iba acordando. 

Ahora vivo en el barrio de Slussen (de ahí el título de la entrada), que viene a ser como en Madrid la calle Fuencarral. Vamos, más céntrico y animado imposible. Mi calle es una perpendicular a Götgattan, que está llena de bares, tiendas y gente paseando. ¡Esto ya se parece un poquito más a España!. 

Bajando por Götgattan vamos a dar a Medborgarplatsen, una plaza enorme que en verano se llena de terracitas y gente tomando el fresco. En esta plaza hay un montón de barecitos, pero también un centro comercial que dentro tiene una especie de mercado de abastos con puestos donde te venden desde carne de reno hasta langostas frescas. En otra de las caras de la plaza hay un teatro/gimnasio/piscina cubierta/tojunto donde iré a remojarme cuando aprenda a no resfriarme tanto (de momento me llevo mal con los virus suecos, o igual los trato tan bien que no se quieren ir de mí...).

Si sigo bajando por Götgattan pasando la plaza, en la calle que sale a la izquierda tengo dos supermercados: un Lidl y un ICA, que aquí está por todas partes. Debe ser como el Mercadona sueco. También en la calle principal hay cines, teatros, hoteles... así que cuando vengáis a verme, ¡ya veréis qué bien!. Además, tengo la parada de metro casi al ladito de casa, si me tiro rodando por la cuesta acabo en el tren. Pero casi mejor si no lo compruebo empíricamente...

El piso por dentro es pequeñito pero está muy bien.  En el recibidor, como en todas las casas suecas, hay una pequeña alfombrilla para descalzarse, y todos los zapatos en un ladito para cuando se entra o sale de casa. Cuando entras en una casa sueca SIEMPRE hay que descalzarse, para no manchar y no estropear el suelo. Creo que es de bastante mala educación no hacerlo. Y luego, como es parqué o suelo plástico en todas las casas, puedes ir descalzo y no hace frío. Aquí lo del gres y el terrazo como que no existe. 

En el recibidor está la puerta del baño, que también tiene su intríngulis: aquí las duchas son casi todas con un sumidero en el suelo y el propio suelo plástico es donde te bañas. Así que no hay en ningún sitio platos de ducha, y cuando acabas tienen un chisme como esos de limpiar los cristales con una goma negra para retirar el jabón, pues aquí sirve para retirar el agua del suelo. Así que cuando friegas el suelo del baño friegas también la bañera. Se hace raro al principio, la verdad. Lo cierto es que no se inunda, porque está algo inclinado y el agua acaba yendo al sitio correcto. Ahora entiendo cuando en los anuncios de pisos en alquiler ponían como una de las "comodidades" del piso que tuviera bañera. ¡Es porque casi ninguno tiene!

Luego está la cocina, que es pequeñita y en plan pasillo, después la habitación, que tiene una terraza para salir en verano, y luego el salón, con un sofá gigante (aquí la gente es muy grande) donde quepo yo estirada y me sobra espacio, una mesa de centro súper-Ikea y un escritorio largo. No hay mesa  de comedor. La verdad es que tampoco echo una en falta, porque suelo ponerme en el sofá y ver mientras tanto las noticias online (es que no tengo tele, por lo que os contaba en esta otra entrada).
El salón tiene una chimenea pequeñita, pero está atascada y no puedo encenderla si no quiero asfixiarme. Puedo ponerle unas velitas. 

Es un piso viejo, igual tiene 200 años, pero aquí los remodelan constantemente, así que las tuberías y todo funciona muy bien. Al entrar parece que está el portal ya, pero en realidad es un pasillo que da a un patio abierto donde en verano hay una mesa para hacer pic-nic con los vecinos, el aparcamiento de bicis y la casita de la lavandería. Es como una de estas prefabricadas de madera, y dentro tiene las lavadoras, secadoras y demás. Hoy ha sido el primer día que he hecho la colada, y lo de la secadora es una maravilla. No hace falta planchar nada, porque sale esponjoso para doblarlo (bueno, menos algunos vaqueros que siempre se quedan como si fueran de cartón).  He tenido que poner tres lavadoras, porque entre la ropa sucia (blanca y de color), y las sábanas y toallas nuevas, tenía un vagón de ropa para lavar. 

Y esto es todo por ahora, que ya llevo una parrafada larga, así que otro rato más. Voy a buscar lo que me queda en la secadora y a hacer la cama con mi nueva funda nórdica multicolor del Ikea. ¡Es taaaan monaaaaaaa!